Sábado 25º
LECTURA:
“Lucas 9, 44b-45”
En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del Hombre lo van a entregar en manos de los hombres.
Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.
MEDITACIÓN:
“No cogían el sentido”
Continuamos con el texto de ayer que nos sigue dejando la reacción de aquellos discípulos y su dificultad para entender el sentido de las palabras de Jesús y que, como comentábamos, también todavía, de alguna manera, nos sigue cogiendo a nosotros.
Las palabras de Jesús en principio parecen suficientemente claras, pero pasa lo de siempre, que cuando algo no nos interesa de alguna manera descolgamos nuestra capacidad de entender y preferimos pasar por alto su contenido, y es que como dice el refrán “nos hay más sordo que el que no quiere oír”. Pero algo intuyen, a pesar de la afirmación final a la que no son capaces de llegar, para quedarse en ese “miedo” a preguntarle. Porque esa es la manera de actuar que tenemos cuando preferimos eludir algo, pasarlo por alto.
La cuestión es si ahora nosotros, después de todo lo pasado, después de todo lo que sabemos, después de haber visto en qué acaba la historia y las afirmaciones de Jesús, todavía vivimos condicionados por ese miedo. Cierto que las palabras de Jesús nos dan motivo para descubrir donde estamos metidos y que aunque detrás esté el mismo Dios las consecuencias no son siempre aparentemente o temporalmente positivas, al contrario, y ahí caben, n cabe duda, nuestros miedos naturales. Y eso es lo que, aunque no lo digan, sienten con claridad aquellos discípulos.
Existe aparentemente fracaso humano y fracaso del mismo Dios. El Dios de Jesús no es alguien que se pone por encima y que doblega y vence, sino que deja en libertad al hombre para negarlo, desecharlo y hasta eliminarlo, o eso cree el hombre. Porque el mensaje es precisamente ése. Puede ser que la temporalidad y el poder de esa libertad sea terrenamente más fuerte, pero Dios siempre será Dios. Él es la vida y la vida permanece. De ella arrancamos y a ella volvemos.
Por mucho que nos empeñemos en eliminarla la tarea se hace inútil. El amor y la vida están llamados a plasmar su realidad y su fuerza de eternidad. Ojalá que le cojamos el sentido y nuestros miedos se conviertan en fuerza de esperanza y en poner y dar lo mejor de nosotros, a favor de dar forma a lo que un día esperamos como don definitivo de Dios, el amor y la vida en plenitud.
ORACIÓN:
“La construcción de la vida”
Señor, no cabe duda de que tenemos motivos para nuestros miedos, no porque no creamos en ti o nuestra fe sea frágil, sino porque la posibilidad del rechazo y del mal, llevado hasta una posible muerte, se nos hace dura y nos hace chirriar desde lo más profundo de nuestro deseo de vida y, sobre todo, cuando en nuestro empeño está la búsqueda y la aportación del bien que deseamos llevar. Pero ahí sabemos que hay una lucha y una fuerza de mal consciente que no podemos eludir y con la que tenemos que contar. Lo estamos viendo además cada día hoy, y con una fuerza renovada en ciertos lugares donde hermanos nuestros están dando la vida o se les está quitando violentamente. Por eso, estar convencidos de que detrás está la vida, estás tú, está la seguridad de que no es ésa la última respuesta, alienta nuestra esperanza y nuestro mantenernos en esta fe. En la fe y la confianza en ti, sin la cual todo no dejaría de ser un absurdo sin sentido. Ayúdame a entenderlo, y a sentirme inmerso en esa opción y tarea en defensa de la construcción de la vida con todas sus consecuencias. Sé que sólo contigo me es posible asumirla y adentrarme en ella. Gracias, Señor.
CONTEMPLACIÓN:
“Fuerza de eternidad”
Quiero vivir, Señor,
quiero que la vida
irrumpa en mí
con la fuerza de tu amor,
sin el cual no me sería
posible el realizarla.
Quiero vivir a pesar de su esfuerzo,
a pesar de tanto gesto de muerte,
o, tal vez, precisamente por eso.
Quiero vivir y aportar vida,
tu vida en mi vida,
mi vida inmersa en la tuya.
Y hacer creíble
que el amor es posible,
que sólo el bien
tiene fuerza de eternidad.
que tú tienes la última palbra
y que esa palabra me atrae,
me lleva y mee plenifica.
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