TIEMPO ORDINARIO
Sábado 10º
LECTURA:
“Mateo 5, 33-37”
En aquel tiempo, dijo, Jesús a sus discípulos: Sabéis que se mandó a los antiguos: «No jurarás en falso» y «Cumplirás tus votos al Señor».
Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir sí o no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.
MEDITACIÓN:
“Se mandó a los antiguos”
Ese empeño de Jesús de llevar las leyes existentes a plenitud no sólo pasa por dar valor e importancia a los pasos aparentemente pequeños o que pueden parecer no tan graves, pero que como veíamos y sabemos, se convierten en el punto de arranque de las actitudes que pueden marcar o llegan a arrancar la gravedad de unas relaciones que se distorsionan de alguna manera o se rompen o, al contrario, se pueden recomponer.
Sigue Jesús en esa línea queriendo tocar el fondo más auténtico y limpio de nuestro corazón, sin necesidad de ir a más argumentos o medios que los fuercen. Quiere, en este caso dar peso a nuestras palabras, a la sinceridad y a la verdad que debe anidar en nuestro corazón sin necesidad de ampararse en más cosas, normas, o en este caso juramentos, casi siempre con el riesgo de ser transgredidos.
Pero incluso, más allá de esa dimensión, podemos intuir, precisamente por ese deseo de sinceridad y de verdad, esa llamada de Jesús a poner vino nuevo, a crear odres nuevos, a no echar parches, sino a dejar que en nuestro interior se manifieste la novedad de lo que está en la raíz, podíamos decir. Porque en la raíz de nuestro acontecer y de nuestro hacer, de nuestro ser, no están las normas añadidas para poder defender actitudes y sostenerlas o escudarse en ellas, sino la transparencia con la que Dios nos ha creado desde el amor y para el amor, sin trampas, sin necesidad de nada más.
Pero, parece ser, que en nuestra incapacidad de poder hacerlo realidad en su naturalidad, hemos tenido que ir poniendo normas pensando que ellas iban a poner o suplir lo que nosotros mismos no nos sentimos capaces de hacer o de llevar a cabo en un momento dado. Por eso Jesús, a la hora de querer insistir en ese fondo de base esencial, quiere que nos apoyemos no en las normas puestas por nosotros sino en las inscritas por Dios en nuestra ser hechura suya, y de ahí poder hacer que nuestras relaciones tengan el peso y el valor efectivo de nuestro sí y de nuestro no, sin más, de nuestra palabra, de nuestro ser auténtico. Y es tremendo porque Jesús llega a afirmar que lo que sale de ahí viene del maligno.
Vivimos los tiempos nuevos, la novedad del reino, y Jesús quiere que entremos en él desde lo más auténtico de nuestro ser humano, del proyecto que salió del corazón de Dios. Y tenemos la capacidad suficiente para responder a él y desde él. No es afán de fastidiar y de incordiar, sino de descubrir nuestro tesoro interior, nuestra grandeza y capacidad humana natural, sin necesidad de escondernos detrás de nada, simplemente siendo capaces de rescatar de añadidos innecesarios esa transparencia natural que llegamos a minusvalorar o desconocer. Y, porque él la conoce, nos quiere seguir ayudando a rescatarla y potenciar. Y, para eso, lo que importa no es lo que se dijo a los antiguos sino lo que él nos dice hoy a nosotros.
ORACIÓN:
“Capacidad de transparencia”
Gracias, Señor, por seguir queriéndonos ayudar a descubrir nuestro verdadero rostro interior. Gracias, por ese empeño en hacernos ver la capacidad que tenemos de responder a la vida sin necesidad de añadidos, cuando a la hora de la verdad parece que necesitamos, para poder funcionar, cargarnos de leyes de todo tipo y a todos los niveles, terminándonos ahogándonos en nuestros propios añadidos, y llegando casi a olvidar que podíamos prescindir de ellos. Pero no es así, y nos seguimos quedando atrás cuando todo en ti y desde ti nos invita a mirar hacia adelante, desde toda esa capacidad de fuerza de bien inserta en cada uno de nosotros. Por eso, a pesar de nuestra respuesta, de tantos apoyos, muchas veces innecesarios y de doble filo que nos creamos, tú sigues insistiendo. Sigues apuntando nuestra capacidad de transparencia sin más añadidos, y eso, al menos a mí, me interpela y me estimula. Gracias, Señor.
CONTEMPLACIÓN:
“Empujando novedad”
Cuantas veces mis palabras
se han estrellado
contra el muro de sí mismas,
y han dejado un halo
de desconcierto en mi interior
desde el cual me desconozco,
o me llego a hacer
común visitante establecido,
sin que nada se altere en mí.
Pero tú llegas empujando novedad,
anunciando libertad y frescura,
posibilidad siempre abierta
de la hechura de mi ser,
porque está inserta en mí,
y así me desvelas
en mi raíz y en mi camino.
Deja una respuesta