Domingo 30 T.O. A

publicado en: Domingos T.O. Ciclo A, Lectio divina diaria | 0
TIEMPO ORDINARIO – CICLO A3
 
DOMINGO 30º
 
 
LECTURA:             
«Mateo 22, 34-40»
 
 
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba: Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?
Él le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.» Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.»
Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.
 
 
MEDITACIÓN:           
«Con todo tu ser»
 
 
Hay cosas en la vida que no se pueden hacer a medias porque no somos compartimentos estancos. Es cierto que hay situaciones en las que tal vez tenga que prevalecer el corazón, esa parte más interior, intensa y profunda de nuestro yo. Otras puede ser que la mente y la razón tengan que privilegiarse, porque así lo requiere aquello que llevamos entre manos o las situaciones que se nos presenten. Pero hay otras en las que ni una ni otra bastan por sí mismas y requieren la totalidad plena de toda nuestra realidad, de todo nuestro ser.
 
Por eso, estos matices que señala Jesús sobre el amor a Dios son muy importantes, y que ya venían manifestados desde el Antiguo Testamento. La realidad de Dios, y el amor a él debido, no puede tocar nunca un aspecto particular de nuestro ser hombres, porque terminaría haciendo agua por algún lado. El amor a Dios trasciende la dimensión afectiva o íntima, por profunda que sea, lo mismo que va más allá de nuestra razón, de nuestra mente, siempre limitada, porque esa es nuestra realidad, siempre haciéndose, siempre en camino, siempre peguntándose y buscando respuestas. Y qué triste es cuando oyes decir a alguien, especialmente a jóvenes, que no se les haga pensar, porque eso es frenar todo su desarrollo humano.
 
A Dios sólo nos podemos acercar, y nunca dejará de ser de manera limitada, con la totalidad de nuestro ser. O Dios lo abarca todo, nos acercamos a él desde toda nuestra potencialidad, o no atisbamos nada de su realidad. Por eso, la actitud universal de todo creyente, se ha puesto de manifiesto con la expresión «búsqueda de Dios». Y así, en la medida que nuestra personalidad se enriquece, nuestra capacidad para descubrirle mejor se hace más posible y más honda, e inmersa en una actitud que no acaba nunca.
 
Es así como nos llega el amor de Dios, como Dios se ha acercado y manifestado a los hombres cuando no lo hemos intentado manipular. Dios nos ha manifestado su amor total poniendo en juego toda su realidad, su misma realidad de Dios, hasta hacerse víctima en nuestras manos, hasta dejarse eliminar, en Jesús físicamente, y en nuestro hoy pudiéndole negar su existencia, y no sólo en abstracto, sino agrediendo a la obra de sus manos y de su corazón, de todo su ser, que somos cada uno de los hombres, tratando de ser barridos en nuestra dignidad o utilizados como números o como objetos.
 
A veces el corazón y la mente, el ser del hombre, se manifiesta tan deteriorado y confuso, que se le hace imposible entender el amor auténtico. De ahí el empeño de Jesús por sanar al hombre herido, en su totalidad. Ése y no otro es el sentido y el significado de sus milagros. A nosotros, con todas nuestras limitaciones, nos sigue llegando hoy su llamada urgente, porque su amor es indisoluble al nuestro, y cuando se rompe este lazo de unión con él, se rompe, de la misma manera, el que nos une a los demás. Porque el amor es total y así llega a todos, o, sencillamente, no es amor que pueda conformar y vivirse con todo nuestro ser.
      
 
ORACIÓN:             
«Aprender de ti»
 
 
Señor, cuántas contradicciones y cómo hemos manipulado la realidad del amor hasta desfigurarlo. Tanto, que casi lo hemos reducido a su expresión más física y material convertida en juego. O con qué pobreza lo hemos expresado que para muchos se ha convertido en una actitud de los débiles, y no como una fuerza, la mayor fuerza, capaz de poner en marcha todas nuestras actitudes, y de transformar la realidad y las personas desde dentro. Es cierto, nos gusta expresar ideas bonitas que parecemos tener claras, pero luego se nos diluyen  en el acontecer de cada día, aunque también conforma nuestro deseo y nuestra ilusión, tantas veces condicionadas. Por eso, Señor, ayúdame a seguir en el empeño, quiero seguir adelantando en el camino del amor, gozoso y a veces doloroso. Quiero aprender de ti. Gracias, Señor.
 
 
CONTEMPLACIÓN:              
«Por tu amor»
 
 
No a medias, Señor,
ni de cualquier manera;
no me dejes conformar
con lo que va saliendo, 
casi por casualidad,
en el andar de cada día.
Adéntrame en el valor 
de poner en juego todo,
de ilusionar mi camino,
de reconocer mi tarea,
de dejarme sorprender
por tu amor y por el mío.

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