Te puedo llamar Padre,
porque quiero ser tu hijo.
Te puedo llamar Maestro,
porque quiero aprender de ti.
Te puedo llamar Consejero,
porque quiero escucharte,
porque quiero vivirte
porque pretendo amarte.
Te puedo llamar mi Dios,
porque lo llenas, me llenas, todo.
Simplemente, te puedo llamar
y te llamo.