Eres tú quien vienes
a mi encuentro.
Eres tú quien avivas
mi esperanza tenue.
Eres tú quien despiertas
sueños de vida
en mi caminar confuso.
Eres tú quien llenas
continuamente mi vaso
de los mejores deseos,
y pones luz a mis pasos
y calor a mi andadura
y das nombre a mis anhelos.
Eres tú, el Señor.