TIEMPO ORDINARIO
Martes 7º
LECTURA:
“Marcos 9, 29-36”
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon del monte y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará. Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó: ¿De qué discutíais por el camino? Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos. Y acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.
MEDITACIÓN:
“Les daba miedo preguntarle”
No cabe duda de que hay frases más importantes en este texto que ésta que, incluso, suena negativa. Pero es que me parece muy sintomática, porque me da la sensación que responde a muchísimas actitudes, tantas nuestras como la de quienes tal vez son o dicen ser indiferentes a ellas, y al mismo Jesús; porque sabemos todos que, en el fondo, las preguntas de Jesús cuestionan, interpelan y ponen en tela de juicio todas nuestras actitudes.
En este caso es claro. Jesús habla de su entrega, de su muerte y resurrección y todo ello suena mal, suena a fracaso y, claro, quien se apunta a ir a al lado de un fracasado, cuando sus cálculos son los de quiénes van a ser los primeros en ese Reino que anuncia y del cual poco parece haber entendido.
Pero no se trata de ver con malos ojos a esos pobres discípulos que están recibiendo clases exhaustivas y de horas extras con Jesús. Porque algo parecido o casi igualito nos pasa a nosotros, como ya he apuntado. Y da la sensación de que poco hemos entendido o no queremos entender, porque mientras las cosas van bien pues estupendo, casi, casi, hasta Dios es un adorno. Puede ser que nos estemos entregando desde él a toda una serie de compromisos que podemos hacer con esfuerzo, con convicción y con alegría.
El problema es cuando surgen las dificultades, cuando los fracasos y los rechazos se dan y los experimentamos con fuerza y dolor. Cuando las mismas circunstancias de la vida se nos ponen en contra. Y, entonces, no es difícil que nos desvanezcamos, que nos vengamos abajo, que comiencen los lamentos y las preguntas que surgen de la duda, del desconcierto.
Y sin ir a momentos dramáticos, en el mero correr de nuestra vida, en la que tal vez vivimos nuestra fe con convencimiento pero sin muchos compromisos. Porque Dios sí, pero que no nos pida demasiado, que nos deje seguir a nuestro aire, poniendo una palada de cal y otra de arena, que nos deje jugar un poco con todas las cartas y elegir las que mejor nos vayan. Sin hacerle y hacernos demasiadas preguntas cuyas respuestas, tal vez, nos llevaría a comprometer un poco más o, tal vez un bastante, nuestra vida.
Sí, tengo la sensación de que muchas veces tenemos miedo a acercarnos y hacerle preguntas a Jesús. También quienes dicen no saber nada de él. Lo mismo que me da alegría, aunque sea una alegría un tanto triste, cuando alguien te dice que no le interesa Jesús porque compromete. Ahí está parte de la clave. Jesús compromete para bien, pero compromete; y parece que vivimos en estos tiempos en otra onda. Y, sin embargo, en esas preguntas y en las respuestas que podamos encontrar se sigue jugando la razón de nuestra vida. Y eso es muy importante y, tal vez, esté pidiendo un poco más de valor y de honestidad con nosotros mismos. Creo que merece la pena.
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ORACIÓN:
“No frustrar mi camino”
Señor, de entrada sería capaz de decirte que no tengo miedo de hacerte preguntas, pero si me paro un poco tengo que dejar algunas incógnitas en el aire, porque sí, tal vez más de una prefiero dejarla en la mitad, porque sé que si voy más allá pueden salir consecuencias que no me atrevería a realizar. Y, sí, hay momentos, en los que me tengo que preguntar si me evado o si, realmente, es que no puedo ir más allá y mi realidad llega hasta donde llega. Señor, muchas veces no es fácil. Sé que hacer mi vida desde ti me permite poner en juego lo mejor y potenciar mis posibilidades al máximo, pero es más fácil seguir tirando y moverse en el ámbito de los mínimos. Señor, ayúdame, ayúdame a desear el máximo de mí. Ayúdame a no frustrar mi camino, mi andadura, el desarrollo de mi persona y de mis ser discípulo. Ayúdame, y dame tu fuerza, la necesito y la quiero. Gracias, Señor.
CONTEMPLACIÓN:
“Pregúntame”
Pregúntame, Señor,
sí, pregúntame,
y fuerza mi respuesta sincera,
la que muchas veces
no me atrevo a responder.
Pregúntame
hasta que surja de mí
mi mejor respuesta,
la que pone en juego todo,
la que me hace persona,
la que me manifiesta hijo.
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