Semana 6 Viernes A

TIEMPO ORDINARIO

 

Viernes 6º

 

 

 

LECTURA:      

Marcos 8, 34-39”

 

 

En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo: El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta época descreída y malvada, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles.

Y añadió: os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el reino de Dios en toda su potencia.

 

 

MEDITACIÓN:             

“Cargue con su cruz”

 

 

            Cuántas, cuántas veces  hemos pedido que desaparezcan nuestras cruces. Cuántas veces nos hemos quejado de ellas. Tal vez, casi a diario. Tal vez ya no le llamemos ni siquiera cruz. Es una palabra desagradable y que ya está fuera de contexto. De hecho no sólo se quitan de los espacios públicos por los motivos que sean. Lo más curioso es que protestamos por ello pero luego somos nosotros mismos los que las hemos retirado de nuestras casas, porque es una imagen poco, vamos a llamarle “moderna”.

 

            Pero la cruz está ahí. En cualquier forma de carga, de dolor, de sufrimiento, de esfuerzo, de rechazo, de incomprensión, de violencia, de enfermedad, de incoherencia. Nos movemos con ella y en medio de ella. Y lógicamente nos pesa. Nos genera dolor físico o moral. Es una cruz no querida ni deseada. Aunque hay situaciones de cruz que somos capaces de acoger, de llevar con más fuerza, con otro talante, porque son fruto o consecuencia de nuestro darnos, de nuestra capacidad de servir, de hacer el bien, de salir al encuentro de los otros, fruto en última estancia del amor, como la de Jesús.

 

            Sea como sea, sin matices por su parte, hay una cosa clara. Jesús nos pide llevarla. No ha venido para quitarnos nada sino para darnos fuerza y seguir adelante con su peso. Él va delante, al lado, atrás, donde haga falta, lo importante es que viene con nosotros.

 

            No significa esto resignación. Jesús no ha hablado nunca de eso. Al contrario, ha venido para enfrentarse a todo tipo de mal y eliminarlo en la medida de lo posible. No es un conformista y un sufridor resignado. Y ha venido a vencerlo, de la manera que se manifieste, con la fuerza del amor. Pero hay realidades que están ahí, que a veces surgen y otras creamos, donde la respuesta es no dejarse aplastar, aunque supongan caídas.     En ese aspecto, Jesús se nos presenta, de alguna manera, como inconformista, como luchador, como posibilitador de esperanza, sanando y poniendo vida, aunque a veces sea en retazos, hasta el final.

 

            Todo ello nos habla de estímulo, de no dejarse vencer por las dificultades, de ser dueños de nuestra historia hasta en aquellas situaciones que dan la sensación de ser dueñas de nosotros. Al final las cosas y la vida misma no es lo que parece sino cómo la experimentamos desde dentro, cómo la afrontamos, cómo respondemos ante ella, como nos situamos ante sus realidades gozosas o, en ciertos momentos, muy dolorosas. Pero tenemos fuerza, más de la que pensamos. La nuestra y la suya añadida. Nos podemos quejar pero sin dejar de empujar, de poner fuerza de vida en todo lo que somos y hacemos. Con él.

 

 

ORACIÓN:             

“Apoyado en ti”

 

 

            Es dura, Señor, tú lo sabes, del tipo que sea. La cruz pesa. Bueno, que puedo decirte a ti de cruces. Y no, no son muchas veces las físicas las más pesadas, también lo sabes. Pero tú la abrazaste. No te evadiste de ella. Tampoco la querías. Pero la abrazaste por amor. Entonces también estabas pensando en mí. Señor, sabes que yo también me he quejado muchas veces de mis cruces. Muchas de ellas ridículas, otras más dolorosas. Hoy sigo intentando evitarlas o quitarles peso y, aquellas en las que no es posible, trato de llevarlas apoyado en ti. Porque sé, tengo la plena certeza de que tú siempre estás ahí. Sigue ayudándome, Señor, a llevarlas, con fuerza y con paz. Gracias, Señor.

 

 

CONTEMPLACIÓN:            

“Tu cruz, mi cruz”

 

 

Tu cruz, mi cruz, pesan

pero van juntas,

y juntas pesan menos.

A veces ni parecen cruces,

Son…, la vida,

la vida en todo su peso,

en toda su fuerza

y en todos sus retos.

Pero tú estás,

tú vienes,

tú empujas,

tú me llevas.

 

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