Semana 2 Miercoles A – 14

TIEMPO ORDINARIO

 

Miércoles 2º

 

 

LECTURA:               

Marcos 3, 1-6”

 

 

En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo.

Jesús le dijo al que tenía la parálisis: Levántate y ponte ahí en medio. Y a ellos les preguntó: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir? Se quedaron callados.

Echando en torno una mirada de ira y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: Extiende el brazo. Lo extendió y quedó restablecido.

En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.

 

 

MEDITACIÓN:             

“Hacer lo bueno o lo malo”

 

 

            Parece que la contestación debía ser fácil, pero no, no lo es. Ni antes ni ahora. Jesús ha venido a hacer el bien, a hacer lo bueno. Pero no todos coinciden en la misma valoración de las cosas. Así de sencillo y de oscuro. Y eso es la causa de que los hombres no nos entendamos. Y no sólo de que no nos entendamos, sino de que incluso nos sintamos enemigos o lleguemos a hacer el mal cuando pensamos que estamos haciendo el mejor de los bienes.

 

            Esa es, tal vez, un de las causas del tan traído y llevado relativismo, con el que muchos se defienden para decir que todo es igual, o que si no es igual, al menos no podemos dictar lo que es bueno o es malo, con lo cual la medida o la valoración de las cosas depende de cada uno, de la visión o de la valoración que cada uno haga de las cosas y de las actitudes. De esa manera todo es válido, aparentemente, pero no es, nunca puede ser, indiferente. Las cosas nos afectan y afectan a los otros. Y es claro cuando algo hace mal, cuando algo hace daño, cuando algo nos degrada y distorsiona nuestra libertad.

 

            Los judíos lo tenían claro, y la ley era la norma que marcaba la bondad o maldad de las cosas. Y no había que hacer más elucubraciones. Jesús no se pondrá en contra de las leyes, afirmará que viene a cumplir hasta la última tilde de ellas, pero las leyes no son absolutas, están supeditadas al bien del hombre, para ayudar a liberarlo no para esclavizarlo. El bien o el mal es lo que dignifica o degrada, lo que esclaviza o libera, lo que humaniza o deshumaniza.

 

            Y si esto nos resulta confuso aún podremos decir nosotros que nuestra referencia, nuestra norma, nuestra valoración de lo malo o lo bueno, nos viene iluminado desde él. Jesús se ha convertido en nuestra norma, en nuestro modelo. Estamos convencidos que todo lo que viene de él busca siempre lo que nos hace crecer en humanidad, lo que nos abre nuestro camino de plenitud. Y en esa tarea queremos seguir aprendiendo.

           

 

ORACIÓN:      

“Aprender cada día”

 

           

            Señor, qué complicado es lo que en teoría parece sencillo. Qué empeño tenemos en tirar hacia lo fácil aunque eso nos degrade. Qué fuerza se escode en nuestro interior que nos lleva con tanta facilidad a hacernos daño. Señor, ayúdame a mirarte y a seguirte. Ayúdame a no perder el sentido de mi ser y a no apagar la dignidad con la que me has revestido. Y gracias, gracias por no dejar acallar en mí ese hambre de más. Esa especie de inconformismo que me lleva a experimentar mi deseo de crecer, de avanzar. Sé que muchas veces no lo consigo, y que incluso hasta experimento pasos atrás. Pero sé que son también fases de mi camino que quieren servirme de estímulo. Ayúdame a aprender cada día de ti.

           

           

CONTEMPLACIÓN:            

“Lucirá el sol”

 

 

La luz, la alegría,

la belleza y el amor,

la bondad y la paz,

la justicia y la sencillez.

la sonrisa y la ternura

no son indiferentes

ni son portadoras de mal.

Y tú me las regalas,

aferradas en el fondo

de mi ser hambriento.

Y sé que con ellas,

en mi horizonte,

siempre lucirá el sol.

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