TIEMPO ORDINARIO
Viernes 11º
LECTURA: “Mateo 6, 19-23”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No amontonéis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Amontonad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los roen, ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro, allí está tu corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!
MEDITACIÓN: “No amontonéis”
A nosotros esta palabra nos debería servir de referencia siempre. Pero también a los cristianos y a la iglesia, en unos momentos más que en otros, se nos ha pasado por alto. Parece que los hombres tenemos como una especie de tendencia instintiva de amontonar, de acaparar, de tener, no ya lo necesario, que eso es justo y a nadie le debía de faltar, sino lo que es superfluo y hasta lo que pertenece a los otros.
Tristemente lo estamos viviendo ya hasta el hastío a nivel social y político con tantas corrupciones, con tanta sed de robar o de acaparar sin necesidad; porque además, el que lo hace es precisamente el que más tiene. Es el afán de tener, de amontonar, no importa cómo ni de qué manera, de modo insaciable.
De alguna manera, toda la crisis que nos ha venido, más directa o indirectamente, consciente o inconscientemente, ha sido provocada por un sistema que nos lleva a tener, a amontonar, que nos deja sin capacidad de razonar y nos seduce hasta lo irracional, sin ser capaces de pararnos en las consecuencias. Una manera de pensar insolidaria porque sólo se centraba en uno mismo; y no hemos conseguido con ese afán hacer que haya menos pobres en el mundo, que haya más solidaridad; al contrario, la brecha se ha abierto y el drama del hambre y de la miseria sigue siendo un tema sin resolver y sin voluntad de hacerlo
Por eso, desde la realidad palpable, porque tal vez tenemos que ver las consecuencias desde su lado más dramático, nos tienen que resonar a nosotros estas palabras de nuestro Señor. “No será así entre vosotros, vosotros nada de eso, vosotros no amontonéis”.
Pero al hilo de toda esta palabra tendremos que preguntarnos también dónde tenemos puesto nuestro corazón. Si nuestro tesoro está arriba o está aquí. Y sí, repito. Tendremos que luchar siempre para conseguir lo necesario para que todos podamos vivir con dignidad; pero creo que, para hacer posible esa lucha desinteresada y universal, tendremos que empezar aprendiendo que nuestro tesoro, o mejor, que nuestro corazón sabe dónde tiene su tesoro. Si es así, casi seguro, que podremos trabajar por los bienes necesarios. Puede parecer todo como muy material, pero lo material mediado por nuestra hondura humana y divina. Y nosotros no podemos renegar de ella, es nuestra exigencia y nuestro testimonio, el testimonio de nuestra fe. Sin amontonar se puede ser feliz, se es más feliz; compartiendo más aún, porque así ganamos nuestro tesoro del cielo.
ORACIÓN: “Mi tesoro interior”
Señor, qué difícil lo hacemos. Nos creamos tantas necesidades que terminamos pensando, eso, que son necesarias, sin las cuales no alcanzaríamos nuestro bienestar. Y así hemos acuñado esa sociedad del bienestar apoyada simplemente en el acumular. Es lo propia de una sociedad montada en la economía de la cual ya parece que no podemos salir, como si fuese la única posible. No sé si es la mejor, lo que es cierto es que ha demostrado no serlo, y entrar en ella de cabeza nos ha producido lo contrario de lo que esperábamos. No se trata de criticar ni siquiera de ir tan arriba o tan adentro de un tema que está creando tantísimo dolor. Se trata de algo más sencillo porque en lo más cotidiano tendemos a ese acumular aunque ya no sea necesario, el tener y tener da seguridad y asegura muchas comodidades, es cierto. Pero la realidad de la vida y de nuestro mundo concreto nos está pidiendo a gritos otra forma de ser y de hacer. Ayúdame a ser sensible, enséñame a acumular sensibilidad, compasión, justicia, cordura, bondad. Ayúdame a descubrir ese mi tesoro interior.
CONTEMPLACIÓN: “Para dar”
Mi tesoro, eres mi tesoro,
tesoro escondido en mí
y que me resisto a abrir.
Tesoro que muestra mi riqueza,
lo que soy y puedo conseguir.
Eres mi tesoro que ilumina
mi grandeza, lo mejor de mí,
que me abre y no me cierra,
que me acerca y no me aleja.
Eres mi tesoro para dar
hasta saciarme y saciar.
Deja una respuesta