TIEMPO ORDINARIO
Martes 9º
LECTURA: “Marcos 12, 13-17”
En aquel tiempo, mandaron a Jesús unos fariseos y partidarios de Herodes, para cazarlo con una pregunta. Se acercaron y le dijeron: Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa de nadie; porque no te fijas en apariencias, sino que enseñas el camino de Dios sinceramente. ¿Es lícito pagar impuesto al César o no? ¿Pagamos o no pagamos? Jesús, viendo su hipocresía, les replicó: ¿Por qué intentáis cogerme? Traedme un denario, que lo vea. Se lo trajeron. Y él les preguntó: ¿De quién es esta cara y esta inscripción? Le contestaron: Del César. Les replicó: Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios a Dios.
Se quedaron admirados.
MEDITACIÓN: “No te fijas en apariencias”
Estamos ante otro de esos textos que nos muestran la actitud de caza de Jesús, encubierta, falsa, y clara a la vez. Y, también, ante esa actitud inteligente y sagaz de Jesús que no se deja acorralar, y que desarma a sus contrincantes con argumentos, que de eso se trata, lo que hace que desconcierte y que sea muy difícil el poder cogerlo.
Y, aparte de la lección final, el encuentro nos permite saborear otras afirmaciones como ésta que, ciñéndonos al clima falso del momento, tiene el valor de reconocer la verdad. Lástima que esa afirmación no les sirva para unirse a él, sino para seguir acechándolo. Forma parte, de nuevo, de esas incongruencias humanas que ponen de manifiesto la cerrazón de nuestro corazón y de nuestra mente, y de los valores que asumimos en nuestra vida, que nos abren a la verdad o nos cierran en nuestros enquistamientos e intereses, y donde parece que la razón queda totalmente relegada.
En medio de todo ello me quedo con esta frase que, además de ser un elogio de Jesús, y una actitud que vemos continuamente en su vida, que es la que precisamente le hizo ir desenmascarando las actitudes de muchos y que, en parte, le costó el rechazo de todos aquellos que prefieren quedarse en las apariencias, con las formas externas, encerrados en una religiosidad legal pero que no toca ni transforma ni humaniza sus corazones.
Y es ahí donde nos toca el texto, porque esa actitud sigue siendo plenamente actual, y es nuestra en muchos momentos, tal vez en muchos momentos, no por mala voluntad, sino porque cuando no hacemos valoración de nuestras actitudes es muy fácil que terminemos quedándonos con las apariencias que nos justifican pero que acomodan y no implican nuestra vida. Si todas nuestras actitudes fuesen inocuas tal vez no importaría, pero nuestras actitudes positivas, negativas o indiferentes, repercuten en los demás, lo sabemos bien, y las vemos muy bien reflejadas en los fariseos que, no son tan malos como los pintamos, y que si no nos gustan es porque encarnan lo que rechazamos en nosotros mismos sin reconocerlo, pero condenándolo en los otros.
Es una realidad y una llamada, que nos invita a mirarnos por dentro y a convertirnos. Mirar la sinceridad de nuestro corazón. Mirar cómo actuamos y ver también cómo miramos a los demás. Lógicamente nos es más fácil ver lo de fuera que lo de dentro. Se ven nuestros gestos pero no vemos lo que mueve nuestro corazón que, a veces, es turbio e interesado, y otras lento en hacer efectivos sus buenos deseos, porque así es nuestra realidad. Tener en cuenta todo ello nos puede ayudar a ser más sinceros, más sencillos, y ver y tratar las cosas de modo diferente. Toda una tarea sincera de búsqueda continua de nuestro crecimiento para responder siempre con bien al que corresponda.
ORACIÓN: “Trabajar mi interior”
Señor, gracias por tu llamada, gracias por no dejar que mi vida se quede en la superficie, ni mire desde la superficie a los demás. Tal vez sería mejor dejar las cosas como parece que nos brotan con naturalidad. Justificarnos con unas cuantas actitudes que nos hacen sentirnos bien, que nos dan una imagen que terminamos creyéndonos auténtica, y mirar las cosas como se ven, sin más, porque no hay nada más que ver con los ojos. Pero nuestra vida, mi vida, es algo más que lo que se ve. Mi verdadero yo no se cuece fuera sino dentro de mí, y lo más auténtico que veo, la mayor parte de las veces no es con los ojos externos sino con los internos, que nos dan muchas más pistas de nuestra realidad. Señor, sigue ayudándome a trabajar mi interior para que lo que se vea sea más auténtico, ayúdame a purificarlo porque mi mirada sé que va a terminar siendo diferente. Ayúdame para se sepa utilizar todos los medios que has puesto en mi persona, que los trabaje y me trabaje en la verdad a la que tú me abres desde el amor.
CONTEMPLACIÓN: “Espera fiel”
Me miras desde dentro,
ves las luces y las sombras
de mi corazón partido,
y te empeñas en volcar en él
la fuerza de tu amor,
para descubrirme esa grandeza
que me cuesta reconocer
entre los barros de mi historia.
Limpias una y otra vez
las manchas que enturbian
su latido constante y firme,
para adentrarlo en la belleza
de tu vida apasionada por mí.
En esa espera fiel me sostienes,
vas arrancando mis gestos torpes,
y haciendo transparente mi mirada,
reflejo distante y tenue de la tuya.
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