Jueves de la Semana 3 de Cuaresma – 3

CUARESMA

 

Jueves 3º

 

 

LECTURA:            “Lucas 11, 14‑23”

 

 

En aquel tiempo, Jesús estaba echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, habló el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: «Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios.»

Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.

Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín.

El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama.»

 

 

MEDITACIÓN:                “Recoge conmigo”

 

 

            Sí, ya sé que he puesto en positivo lo que está expresado como negativo, pero me parece que en esa afirmación que hace Jesús está latente esta otra. Y además, creo que sabemos perfectamente que no es teoría, porque creo que todos, de una manera o de otra lo hemos palpado. Y no se trata de mirar fuera aunque lo podamos hacer. Pero es que la palabra va dirigida a nosotros, a quienes nos acercamos a ella,  a otros les toca en suerte, buena o mala, hacerlo a través de nosotros, por eso la importancia de nuestra respuesta.

 

            Cuando, por lo que sea, no estamos en línea con su palabra; cuando, por lo que sea, nuestra vida toma otros puntos de referencia; cuando no ponemos toda la fuerza de nuestra fe en la construcción de nuestra vida, y en nuestra respuesta a las situaciones en las que vivimos inmersos; cuando Dios no pasa de ser un referente religioso en lugar de la realidad desde la que respiramos, tenemos el riesgo de desparramar, de que la semilla del amor caiga en la dureza del camino, no germine, se la lleve el viento, y las consecuencias en seguida se ponen a la vista. Parece que a nadie le importa la fe, ni Dios, pero la fe y Dios parecen muy molestos, cuando los que aparentemente no les importa, están tan pendientes de lo que hacemos o decimos y les afectan tanto nuestros criterios. Tal vez habrá que decir que hasta es bueno, aunque nos inquiete, porque significa que, a pesar de todo, la fe no es indiferente. Creer en Dios, en el Dios de la vida, de los valores, de la dignidad, de la paz, del esfuerzo, de la fidelidad, de la justicia…, molesta.

 

            Argumentos para señalar fallos los habrá siempre. Nadie nos hemos definido como perfectos; al contrario, nos sabemos pecadores, incluso en medio de un ambiente que rechaza esa expresión, aunque esté palpando las consecuencias de todas las actitudes negativas que a la vista están cada día, y que hasta tambalean nuestra realidad social. Pero el que seamos pecadores, el que nos sepamos en camino esforzado, a veces es cierto que no suficiente, no significa que Dios tenga la culpa, porque es su palabra y su realidad la que conforma nuestra llamada continua a la conversión.

 

            Desde ahí la llamada de Jesús, además de estimulante se nos sigue convirtiendo en llamada retadora e ilusionada: “recoge conmigo”. Es el momento de mirar a Cristo con toda nuestra fuerza y deseo. Es el momento de redescubrir en él la fuerza de la vida, del bien, de la belleza de la verdad y del amor, que no tiene nada de teoría ni de superficialidad, sino de don de lo que somos. Porque es verdad, si no recogemos con él, seguiremos desparramando, perdiendo lo mejor de nosotros y de nuestra dignidad.

 

            Seguimos inmersos en la cuaresma, adentrados en ella, su llamada se va haciendo apremiante. No es una llamada primera a hacer cosas, sino a tener una experiencia profunda de su presencia en  nuestra vida, porque sólo de ahí pueden brotar nuestros gestos nuevos y buenos, nuestra capacidad de recoger de él y con él. Habrá que valorar las consecuencias y optar por seguir desparramando o recogiendo. Ojalá la cuaresma nos sirva para fortalecer nuestro empeño de seguir recogiendo con él, porque ése es el trabajo de nuestra fe.         

 

 

 

ORACIÓN:               “Opción por ti”

 

 

            Señor, cuántos sentimientos se me agolpan. Soy consciente de tantos momentos, de tantas actitudes con la que no he ayudado a recoger, con las que he desparramado la semilla de tu amor por mí, que en mí se produce una fuerte sensación de pudor, de vergüenza, de haber despreciado o no haber sabido valorar el mayor tesoro con el que podía contar para dar lo mejor de mí. Sé que no es tiempo de lamentos estériles, sino de opciones ilusionadas y coherentes, aprendidas precisamente de mis realidades oscuras. Tal vez tenían que ser necesarias para descubrir y valorar la necesidad de ir aprendiendo, desde la experiencia, la banalidad  de muchas cosas y el valor de las auténticas. Lo que permanece, lo que construye. Señor, sí. Creo que voy aprendiendo, tal vez a base de golpes, que parece ser la mejor forma que tenemos de aprender; y hoy quiero seguir haciendo opción por ti. Quiero seguir aprendiendo de ti, quiero seguir embarcado en la tarea, torpe en mí, pero decidida, de recogerme en ti para recoger contigo. Es un deporte deriesgo, siempre lo ha sido, a veces me asusta, pero sé que tú vas conmigo. Gracias.         

 

           

 

CONTEMPLACIÓN:                  “Te  siento”

 

 

Te siento hondo en mí

y, a veces, no sé

como adentrarme en mí.

Soy como un terreno desconocido

que no me atrevo a explorar.

Pero ahí late mi encuentro contigo,

ahí se juega mi experiencia de ti,

sentir el latido de tu presencia

que me puede seducir.

Y lo quiero y me asusta,

lo deseo y lo rehúyo,

lo ansío y no sé cómo tomarlo.

Y tú me sigues invitando,

llamando y atrayendo.

Y quiero recogerme en mí

para proyectarme desde ti.

 

 

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