TIEMPO ADVIENTO
Viernes 2º
LECTURA: “Mateo 11, 16‑19”
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: «Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado.»
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: «Tiene un demonio.» Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: «Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores.»
Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios.»
MEDITACIÓN: “La sabiduría de Dios”
La palabra nos nuestra bien cómo somos los hombres. Y somos así cuando no hay limpieza y claridad dentro de nosotros, cuando hay intereses, cuando no se quiere nada más que aquello que ya hemos grabado en nuestros esquemas. Luego hablaremos de la importancia del diálogo, pero nuestros diálogos suelen ser las mayor parte de las veces de sordos, no solemos ir a ellos con el deseo de aprender, de aportar, de enriquecernos, de encontrar juntos lo mejor. Lo vemos con claridad en muchos debates de mil tipos en los medios que se presentan ante nosotros: cada uno dice lo suyo pero nadie o casi nadie acepta algo diferente que venga del otro. Ciertamente que habrá momentos en que tenga que ser así, pero lo normal es ver que yo tengo mi razón y ya está, todo sigue igual.
En los diálogos con Jesús lo vemos con mucha claridad. Todo un sector que se acerca a él no es para aprender, sino para cogerle. No van a aprender, van a prender. Y el texto de hoy es my significativo. Cuando alguien está enquistado no sirve nada. Alguien habla desde el lado más serio y exigente, mal; habla desde el lado de la cercanía y el encuentro, mal. Dios antes parecía que sólo castigaba, mal; Dios se manifiesta Padre, misericordia, amor, mal. Los cristianos no nos comprometemos, nos dedicamos al culto y ya está, mal; de manera comprometida manifestamos nuestra fe y su incidencia en la vida social, mal. En el fondo lo que subyace es “el que me dejen como estoy”; “el hacer lo que me dé la gana”, y si algo me molesta que desaparezca.
El tema es que como repetimos, a veces hasta no convencen o nos cuestionan, aunque el que nos cuestionen está muy bien, para poder preguntarnos dónde estamos. La respuesta de Jesús es clara, tenemos que intentar estar en el lado de la sabiduría de Dios, la que se nos manifestó en él. Firme pero abierta al don del Espíritu, volcada hacia fuera pero desde dentro, riendo o llorando con quienes lloran o ríen, al lado de la dignidad del hombre, porque al hombre es a quien hay que salvar, sea como sea, de nosotros mismos, de nuestros empeños de vacío.
En esta realidad de la vida, la sabiduría de Dios nos va marcando la prioridad de la cercanía de un Dios que nos quiere enseñar la cercanía entre nosotros. Es el Dios que cuanto más nos acercamos a su divinidad más descubrimos su humanidad y la nuestra. Tal vez esto nos desconcierta, pero ésta es la sabiduría auténtica plantada en el corazón humano por el Dios amor que nos ha creado, y que no quiere que nadie se pierda, que todos encuentren el sentido más profundo y gozoso de la existencia. Éste es el Dios que nos viene, el Dios con nosotros que se encarna, desbordante y desconcertante en su grandeza y en su cercanía. El Dios de nuestra fe y nuestra esperanza.
ORACIÓN: “Sentir contigo”
Señor, no sé si con los demás, pero sí sé que contigo a veces, demasiadas veces, tengo el riesgo de actuar así, un poco a lo caprichoso, a lo poco serio y verdadero, aprovechándome de tu bondad y de mis justificaciones. Al finales una forma de evadirme, de no entrar en las cosas con todas sus consecuencia; y así descubro que, en el fondo, todavía me queda mucho para dejarme seducir por ti. En la teoría, desde la palabra, que es tan fácil, puedo hacer y hago muchas afirmaciones, pero que luego se quedan ahí, es como si siempre me quedase por dar ese último paso decisivo que pone en línea lo que siento o digo sentir y lo que quiero. Señor, lo sé y lo repito constantemente, tal vez porque necesito grabarlo en mi mente y en mi corazón, quiero y deseo sentir contigo y desde ti, quiero aprender de tu sabiduría, que no es otra que la del amor, el amor desmigado en los miles de gestos sencillos de cada día que me acercan a los otros, que tienden puentes para unir no para separar. No es fácil, lo sabes, por mí y por los otros, pero ayúdame a seguir en el empeño, ayúdame a ahondar en ti.
CONTEMPLACIÓN: “Mirarte a ti”
Mirarte a ti es descubrir
la fuerza de lo bueno y lo bello,
la fuerza de la vida
que corre al ritmo de los gestos
sencillos que nos acercan.
Mirarte a ti es descubrir
lo que da sabor a la vida
y enciende un punto de luz
en nuestras incertidumbres.
Mirarte a ti es descubrir
que hay horizontes abiertos,
que podemos alzar las manos
y los corazones rotos
para sentir la caricia cálida
de tu mano invisible.
Mirarte a ti es descubrir
lo que creíamos inexistente y oculto:
que el amor es cierto
y lleva el sello de eternidad.
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