Semana 30 martes B

TIEMPO ORDINARIO

 

Martes 30º

 

 

LECTURA:              Lucas 13, 18-21”

 

 

En aquel tiempo, Jesús decía: ¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas.

Y añadió: ¿A qué compararé el Reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.

 

 

MEDITACIÓN:               “¿A qué se parece?

 

 

            Todo el mensaje de Jesús está centrado en trasmitirnos la realidad del Reino de Dios. Una expresión que quiere reflejar la llamada a entrar en la dinámica de Dios como una buena noticia y, al mismo tiempo que es una realidad en sí, es algo llamado a desarrollar a hacer crecer, a potenciar, dentro de nosotros. Es presente y futuro. Es camino, algo haciéndose y, al mismo tiempo, realidad.

            Las imágenes que utiliza Jesús para explicitarlo sabemos que son muchas, abarcando con ellas todas las dimensiones posibles que nos pueden permitir descubrirlo y realizarlo. Por eso, estas parábolas presentan la pregunta primera que en otros lugares ya no hará y que, sin más, ira desplegando. ¿A qué se parece? Está bien el matiz de la pregunta  porque todas son ejemplos. Ninguna imagen agota el Reino de Dios. Son imágenes, ejemplos de la vida ordinaria que nos permiten vislumbrar todo lo que hay detrás de esas palabras y que expresan la acción, el deseo y la realidad de Dios, adaptada a nuestra capacidad-

            Y, tal vez, lo significativo de las respuestas que nos da hoy es que el Reino de Dios no es algo estático, es todo un potencial, tal vez pequeño, sembrado en semilla minúscula, un poco de polvillo de levadura, pero con un potencial inmenso. Pero hay que sembrar la semilla, hay que cuidarla; hay que echar la levadura en la masa y hay que amasarla. No basta con poseerla pasivamente, hay que acogerla, hay que trabajarla, es tarea, empeño, ilusión, esfuerzo, esperanza, lucha, es vida, vida vivida desde él, con él.

            Dios se nos ha manifestado en Jesús como alguien que se nos da, que se nos ofrece, que es capaz de hacerse pequeño para que podamos asimilarlo, para que lo podamos intuir inmerso en nosotros, pero con el deseo de crecer en nosotros, y nosotros con la capacidad de acogerlo en crecimiento. El Reino de Dios nos habla de la pequeñez y de la grandeza de Dios, y nos habla de nuestra pequeñez y de nuestra grandeza. Tanta grandeza que a veces nos asusta en sus consecuencias y preferimos evitarla. Pero ésta es precisamente la buena noticia, la noticia de nuestra capacidad de llegar con él donde nosotros por nosotros mismos no podemos. Dejarnos sorprender por ello y adentrarnos en esa aventura es nuestra llamada, la llamada a descubrir la fuerza de nuestra potencialidad, de nuestra humanidad. Señor, que no  la ahogue.      

ORACIÓN:               “Seguir creciendo”

 

 

            Señor, me es imposible asomarme a ti sin tener que lanzar siempre una acción de gracias. Me resuena siempre esa frase de Pedro, “a quién vamos a acudir, tú tienes palabras de vida eterna”. Señor, tu palabra expande mis anhelos. En medio de la experiencia de mi fragilidad. En medio de un ambiente que me quiere frenar. Inmerso en una realidad que vamos haciendo cada vez más raquítica, humanamente hablando, en medio de la propia experiencia de mis limitaciones e, incluso incoherencias, tú mantienes viva mi esperanza. En ti vislumbro la luz hacia la que caminar. En ti descubro el empeño, sencillo e inmenso, de seguir creciendo, de seguir mi tarea de humanización, de construirme, de crecer en mi dignidad. Gracias, Señor, por no cansarte, por no dejarme en la estacada, por seguir guiando mis pasos torpes pero ilusionados. Gracias, Señor.             

                       

CONTEMPLACIÓN:              “Creciendo”

 

 

Semilla, levadura,

pequeñez de mi grandeza,

potencia de vida

que quiere creer en mí,

que quieres que crezca en mí.

Fuerza divina,

tu propia fuerza de amor

que estalla dentro de mí

y me expande hacia ti.

Todavía pequeño, semilla,

levadura invisible,

pero creciendo, lo sé,

invisible, pero creciendo.

TIEMPO ORDINARIO

 

Martes 30º

 

 

LECTURA:              Lucas 13, 18-21”

 

 

En aquel tiempo, Jesús decía: ¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas.

Y añadió: ¿A qué compararé el Reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.

 

 

MEDITACIÓN:               “¿A qué se parece?

 

 

            Todo el mensaje de Jesús está centrado en trasmitirnos la realidad del Reino de Dios. Una expresión que quiere reflejar la llamada a entrar en la dinámica de Dios como una buena noticia y, al mismo tiempo que es una realidad en sí, es algo llamado a desarrollar a hacer crecer, a potenciar, dentro de nosotros. Es presente y futuro. Es camino, algo haciéndose y, al mismo tiempo, realidad.

            Las imágenes que utiliza Jesús para explicitarlo sabemos que son muchas, abarcando con ellas todas las dimensiones posibles que nos pueden permitir descubrirlo y realizarlo. Por eso, estas parábolas presentan la pregunta primera que en otros lugares ya no hará y que, sin más, ira desplegando. ¿A qué se parece? Está bien el matiz de la pregunta  porque todas son ejemplos. Ninguna imagen agota el Reino de Dios. Son imágenes, ejemplos de la vida ordinaria que nos permiten vislumbrar todo lo que hay detrás de esas palabras y que expresan la acción, el deseo y la realidad de Dios, adaptada a nuestra capacidad-

            Y, tal vez, lo significativo de las respuestas que nos da hoy es que el Reino de Dios no es algo estático, es todo un potencial, tal vez pequeño, sembrado en semilla minúscula, un poco de polvillo de levadura, pero con un potencial inmenso. Pero hay que sembrar la semilla, hay que cuidarla; hay que echar la levadura en la masa y hay que amasarla. No basta con poseerla pasivamente, hay que acogerla, hay que trabajarla, es tarea, empeño, ilusión, esfuerzo, esperanza, lucha, es vida, vida vivida desde él, con él.

            Dios se nos ha manifestado en Jesús como alguien que se nos da, que se nos ofrece, que es capaz de hacerse pequeño para que podamos asimilarlo, para que lo podamos intuir inmerso en nosotros, pero con el deseo de crecer en nosotros, y nosotros con la capacidad de acogerlo en crecimiento. El Reino de Dios nos habla de la pequeñez y de la grandeza de Dios, y nos habla de nuestra pequeñez y de nuestra grandeza. Tanta grandeza que a veces nos asusta en sus consecuencias y preferimos evitarla. Pero ésta es precisamente la buena noticia, la noticia de nuestra capacidad de llegar con él donde nosotros por nosotros mismos no podemos. Dejarnos sorprender por ello y adentrarnos en esa aventura es nuestra llamada, la llamada a descubrir la fuerza de nuestra potencialidad, de nuestra humanidad. Señor, que no  la ahogue.      

ORACIÓN:               “Seguir creciendo”

 

 

            Señor, me es imposible asomarme a ti sin tener que lanzar siempre una acción de gracias. Me resuena siempre esa frase de Pedro, “a quién vamos a acudir, tú tienes palabras de vida eterna”. Señor, tu palabra expande mis anhelos. En medio de la experiencia de mi fragilidad. En medio de un ambiente que me quiere frenar. Inmerso en una realidad que vamos haciendo cada vez más raquítica, humanamente hablando, en medio de la propia experiencia de mis limitaciones e, incluso incoherencias, tú mantienes viva mi esperanza. En ti vislumbro la luz hacia la que caminar. En ti descubro el empeño, sencillo e inmenso, de seguir creciendo, de seguir mi tarea de humanización, de construirme, de crecer en mi dignidad. Gracias, Señor, por no cansarte, por no dejarme en la estacada, por seguir guiando mis pasos torpes pero ilusionados. Gracias, Señor.             

                       

CONTEMPLACIÓN:              “Creciendo”

 

 

Semilla, levadura,

pequeñez de mi grandeza,

potencia de vida

que quiere creer en mí,

que quieres que crezca en mí.

Fuerza divina,

tu propia fuerza de amor

que estalla dentro de mí

y me expande hacia ti.

Todavía pequeño, semilla,

levadura invisible,

pero creciendo, lo sé,

invisible, pero creciendo.

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