TIEMPO ORDINARIO
Viernes 9º
LECTURA: “Marcos 12, 35-37”
En aquel tiempo, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó: ¿Cómo dicen los letrados que el Mesías es hijo de David? El mismo David, movido por el Espíritu Santo, dice: «Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies».
Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo? La gente, que era mucha, disfrutaba escuchándolo.
MEDITACIÓN: “Disfrutaba escuchándolo”
Tu realidad superó, fue más allá de aquellas meras expectativas humanas, precisamente para que tu presencia pudiese ser encajada e intuida en cualquier realidad humana. Tú viniste a través de un linaje concreto como hijo de hombre que eras, pero tu realidad estaba por encima de todo esa coyuntura. Tú viniste como presencia de Dios, como Palabra de Dios, como realidad amorosa de Dios que se implica en nuestra historia, en nuestro caminar, en nuestros gozos y en nuestras sombras. Así pudiste experimentar la alegría y el dolor humano.
Así te sigues presentando hoy en el mundo, como Señor de la historia, como realidad que hace visible en tu persona toda la corriente de vida, por encima de todo y, por eso, como punto de referencia. Apoyarse en ti, tenerte como referente, como fuerza, es una invitación, una tarea y un estímulo. Contigo y desde ti, nuestra vida, mi vida, se abre a una dimensión que nada ni nadie me puede ofrecer.
No vivimos tiempos de grandes valores, pero sí de anhelos. Los hombres buscamos, necesitamos algo más que sacie nuestra sed profunda, esa sed que no sabemos explicitar pero que sentimos honda. Buscamos, y lo hacemos en ciertos momentos a la desesperada, dando palos de ciego por lugares que no son la respuesta, pero tú mismo dijiste que “el que busca encuentra” y esta confusión que experimentamos, tal vez no sea sino la puerta que nos esté abriendo el camino hacia ti.
ORACIÓN: “A mi encuentro”
En medio de tanta confusión y de tantas ofertas que no ofrecen nada sentimos sed, sin saberlo, de ti. Soy un buscador más, a mi manera, de millones de buscadores que somos todos los hombres. Tenemos sed de humanidad, de vida, de amor, de aquello que llene nuestra realidad más grande y profunda, porque aunque nos vulgaricemos, nos has creado grandes, por eso tenemos sed.
Gracias, Señor, porque mantienes vivos el hambre y la sed del ser humano. Detrás de muchos absurdos y vacíos no hay otra cosa que necesidad de ti. Ven a mi encuentro, al encuentro de todos los que te buscan sin saberlo, ayúdanos para que esa búsqueda sea cada vez más deseada para que, al fin, te encontremos a ti, y en ti a nosotros.
CONTEMPLACIÓN: “Misterio”
Misterio profundo
que late dentro de mí.
Hambre y sed de vida,
de sentido, de luz,
Búsqueda de ese yo
que se diluye
en contradicciones
y que vislumbra
una respuesta
en ti.
Regalo que abre
un resquicio de esperanza,
que hace temblar
el corazón,
y descubre cada mañana
una posibilidad
nueva en mí.
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