Jueves 11º

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TIEMPO ORDINARIO

 

Jueves 11º

 

 

LECTURA:         “Mateo 6,7-15”

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando recéis no uséis muchas palabras como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro padre sabe lo que os hace falta antes que se lo pidáis.

Vosotros rezad así: Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que hemos ofendido, no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno.

            Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas”.

 

MEDITACIÓN:         “No uséis muchas palabras”

 

            Estoy acostumbrado a repetir diariamente varias veces la oración que nos enseñaste, por eso al volver a releerla, no sé por qué, me ha impactado más el preámbulo, tal vez porque, generalmente lo pasamos de largo, parece que vamos a lo sustancial, a lo que nos parece que lo es, y el resto lo dejamos aun lado. Pero hoy me he quedado en el comienzo, porque nos identifica perfectamente. Incluso, a la hora de la verdad, tu oración, la que nos enseñaste, el Padrenuestro, la convertimos en discurso, en palabrería, como si a base de repetir muchas veces, resultase como una especie de palabras mágicas que producen un efecto automático, y no, no es así.

 

            Por eso me ha parecido hoy especial tu primera advertencia de no soltar grandes discursos, que al final son más desahogo o justificación, o en el peor de los casos, rutina., que un encuentro auténtico y gozoso o esperanzador contigo.

 

            Es bonito. En nuestro encuentro contigo lo que quieres que prime no es la palabrería, la conoces, siempre es igual, nos quejamos continuamente de las mismas cosas o nos alegramos de lo mismo. Cada uno con sus variantes y con las circunstancias peculiares, pero que en el fondo nos son comunes o similares. Lo que deseas ante todo es que nos sintamos en relación con alguien que amamos y que nos ama, porque es, sencillamente nuestro Padre.

 

            Tu oración sigue siendo una llamada a la esperanza y un canto a la vida, que me gustaría repetir no como algo aprendido, como una fórmula mágica, sino como la esperanza que me mueve y a la que me llamas cada día.

 

 

 

 

ORACIÓN:          “Llamarte Padre”

 

 

            Señor, gracias por poder llamarte Padre. También es hoy una palabra devaluada, ¡qué pena! Que ya no podamos confiar en lo que expresan palabras hermosas. Pero sí, tu sigues presentándote como una ¡padre bueno!  Es como el augurio de un mundo bueno, de un hombre bueno, con un corazón bueno. No sé ya si es imposible o no, pero es bonito dar cabida a ese pensamiento, y es hermoso poder encontrarlo en ti.

 

            Señor, permíteme que tenga la valentía de cooperar en la construcción de un mundo de hermanos, un mundo humano. Tal vez me exija salir un poco más de mí, dejar que mi yo se desmorone un poco; ya sé que eso suele doler, pero cómo humaniza. Quiero cooperar en tu esfuerzo y cada día te lo presentaré con esas palabras que me has enseñado. Que pueda decir de verdad, Padre NUESTRO.

 

 

 

CONTEMPLACIÓN:          “Pan de cada día”

 

 

Palabras las mías

que se lleva el viento.

Palabras las tuyas

arraigados en un corazón

de padre,

en un corazón que ama.

Palabras que me saben a vida

que se me hacen llamada,

pan de cada día,

mano siempre tendida.

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