TIEMPO ORDINARIO
Jueves 10º
LECTURA: “Mateo 5, 20-26”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si no sois mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: todo el que esté peleado con su hermano, será procesado. Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama «renegado», merece la condena del fuego.
Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Procura arreglarte con el que te pone pleito, enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último cuarto.
MEDITACIÓN: “Primero a reconciliarte”
Tú, Señor, quieres ir a la raíz, al inicio, cuando todavía es posible el arreglo sin que quede marca, no quieres que el corazón se termine endureciendo de tal manera que ya sea imposible el ablandarlo. Por eso, puede parecer exagerada tu comparación, pero es importante y cierta. Es fácil pedir perdón y ser perdonado en el inicio de un error, qué difícil es solucionarlo cuando el agravio ha dado mil vueltas por la cabeza, la imaginación y las interpretaciones.
Y desde ese toque de atención me invitas a ser consciente de modo especial a mí, y a todos los que nos sentimos más vinculados a tu palabra. A recordar que no podemos separar nuestras actitudes con lo demás de nuestra relación contigo, con Dios, porque todo está vinculado y unido.
No podemos pretender tapar nuestras actitudes con ritos o cultos más o menos bien hechos. El culto si no lleva marcado el signo de la vida no te llega, no te afecta, no me sirve de nada. Sólo cuando mi vida está en la línea del amor, acoges mi ofrenda.
No significa que no pueda cometer errores, consciente o inconcientemente, cuentas con ellos, porque así de frágil es nuestra realidad personal, pero nos has hecho capaces de amor y de perdón, de razonamiento y de sentido común, y no pueden quedar escondidas esas actitudes bajo su peso. Y además, tú, nos ayudas a levantarlo.
ORACIÓN: “Tu invitación”
Señor, mi oración parte de la realidad de mi fragilidad, de la conciencia de que no siempre mi reconciliación está marcada por el signo de la inminencia en la respuesta, como tú nos pides. Pero sabes que intento no dejar que mi corazón se hiera demasiado, encerrado en el convencimiento de sus razones, o en el empecinamiento de sus errores.
Por eso, tú que sondeas lo profundo de mi corazón, de mis verdades y mis mentiras, te pido que me des la claridad y la sencillez necesarias para que pueda estar siempre a la altura de tu invitación. Que no se endurezca nunca mi corazón, te lo pido.
CONTEMPLACIÓN: “Tu perdón”
Tu amor llega cada día a mí
bajo el signo de tu perdón.
Cada día es un milagro
de tu misericordia conmigo.
Y así alientas mi camino,
me levantas
una y otra vez,
y me invitas a proseguir
el milagro de la vida,
haciendo lo posible
para que yo sea,
contigo
y desde ti,
un levantador de losas,
un gesto de tu perdón.
Deja una respuesta