Sábado 2º B

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SÁBADO II DE PASCUA

LECTURA:         Juan 6, 16‑21”

Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al lago, embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el lago, y se asustaron. Pero él les dijo:«Soy yo, no temáis.»

 Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.

MEDITACIÓN:        “No temáis”

En el mar de mi vida, en este mar de la historia que me toca atravesar, a veces tengo la tentación de experimentar más momentos de noche y oscuridad, más momentos de vientos fuertes y tormentas que me desestabilizan, que momentos de serenidad. Son muchas las inquietudes que parecen cernirse sobre mí y sobre la humanidad. Tantos los motivos de incertidumbre, que a veces es grande el deseo de evadirme, de pasar por alto la realidad, para ver si de esa manera hago como si no existiesen, creando o reduciendo mi mundo, al mundo cerrado que me pueda construir. Incluso, entiendo perfectamente  esa tendencia, casi natural, a que todos hagan lo mismo. Dejados a la fuerza de los sentimientos es más fácil la evasión.

Pero no es ése tu proyecto para la humanidad, ni para mí dentro de ella. Tengo mi responsabilidad en la marcha de este mundo gozoso y dolorido, sufriente, pero siempre esperanzado. Por eso tu presencia, misteriosa para nosotros, pero real, viva y transformadora, quiere hacerse fuerza con tu llamada a “no tener miedo”, y seguir remando.

Eres conciencia abierta de que estamos hechos con capacidad para dar y construir vida y no para frustrarla. De que podemos mucho más, pero muchísimo más de lo que pensamos, o incluso quisiéramos, para no tener que ir demasiado lejos. Tenemos brazos fuertes para remar en este mar de la vida. Brazos para trabajar unidos, a quienes se une tu brazo fuerte, y tu palabra constante que estimula, empuja, anima, sana, perdona y abre siempre los horizontes a la esperanza.

ORACIÓN:        “Romper mis miedos”

 

            A veces, Señor, reniego de mis fuerzas para quedarme varado. Por eso, hoy te pido, Señor, que me hagas sensible a toda la realidad que me envuelve, la que procede de mi propio interior y la que proviene de ti.

Ayúdame a romper mis miedos y a ser consciente de mi tarea. Sensibiliza mi corazón y mis anhelos. Y no permitas que me paralice el miedo, ante nada y ante nadie.

CONTEMPLACIÓN:         “Estás a mi lado”

Mi corazón

tiembla demasiado,

mientras tu voz resuena

con sonido firme.

Tu paso constante

por mi vida

me invita a caminar

despierto,

y a no temer

el sonido del viento,

ni a los fragores

que turban la historia,

ni a las falsas sirenas

que quieren apartarme de ella.

Me quieres agarrando

el remo de mi vida,

sabedor de que estás a mi lado

dirigiendo el rumbo.

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