Martes 3º

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MARTES III DE PASCUA

LECTURA:        Juan 6, 30‑35”

En aquel tiempo, dijo la gente a Jesús: «¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Les dio a comer pan del cielo.»»

Jesús les replicó: «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.»

Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan.»

Jesús les contestó: «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.»

 

 

MEDITACIÓN:        “Soy el pan de la vida”

 

            Tú te presentas como el pan de la vida, porque tomarte a ti, dejar que tú te hagas carne de nuestra carne, supone entrar en una corriente de vida que está llamada a generar el anhelo de convertirnos en portadores de vida.

            Pero hemos hecho un mundo de intereses, donde prima lo rentable; y lo que no es rentable, lo que no da dinero, no sirve, aunque sean hombres, culturas, pueblos, siempre inocentes, pero no existen. Se pueden tirar alimentos simplemente porque es más barato que llevarlos a quienes lo necesitan. Se puede gastar más en armas y en guerras fratricidas, porque no importan los hombres, eso genera muchos intereses.

            Y tú estorbas, Señor. Como estorban esos pobres. No queremos saciarnos de ti, no queremos comer tu pan, porque eso nos llevaría a saciar otras hambres, y eso es impensable. La economía, los intereses… se vendrían abajo.

            Y tú, Señor resucitado, Dios de vida, hoy, de nuevo, me ofreces tu pan, tu palabra, tu eucaristía, y pones a mi lado a un ser humano, a mi hermano, y me pides que sacie su hambre y su sed, de pan, de justicia, de amor, de cercanía, de soledad, de afecto, de escucha, de comprensión, de perdón,… de vida.

ORACIÓN:         “Tu inquietud”

 

Tengo que pedirte algo que a mí me cuesta, y es que no dejes de ser voz y grito de mis hermanos, de todos los que cerca o lejos tienen hambre y sed de cualquier cosa. De cualquier cosa que les permita construir su vida de seres humanos y de seres divinos. Y si no sé o no quiero hacerlo, mantén viva, sí, aunque me moleste, tu llamada y tu inquietud, para que sepa, y tenga presente, que no me has puesto en el mundo para que pase por él indiferente, sino para vivir aportando, contigo y desde ti, vida.

CONTEMPLACIÓN:        “Hambre de ti”

 

Quiero tener hambre,

hambre de ti

y de todo lo que viene de ti.

Quiero tener hambre

de amor,

del amor que me abre al otro

y no del que me cierra en él.

Quiero tener hambre

de paz,

y de una mirada limpia,

que pueda penetrar

en los ojos y el corazón

de los otros,

y ver en ellos tu don

y ser para ellos ofrenda.

Quiero tener hambre de ti

y dejarte que vengas

a saciarme

para poder saciar,

de Dios,

de ti.

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