LUNES 2º DE PASCUA
LECTURA: “Juan 3, 1‑8”
Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Éste fue a ver a Jesús de noche y le dijo: «Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él.»
Jesús le contestó: «Te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios.»
Nicodemo le pregunta: «¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?»
Jesús le contestó: «Te lo aseguro, el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: «Tenéis que nacer de nuevo»; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.»
MEDITACIÓN: “Nacer de nuevo”
“Nacer de nuevo”, es como comenzar de cero. Es olvidar lo anterior para dar paso a una realidad nueva, no condicionada por nada ni por nadie. Es romper todos los esquemas aprendidos, vividos, cuidados, guardados, defendidos, a veces blindados. Es normal que no lo entendiese Nicodemo. Yo creo que lo entiendo, pero qué difícil es. No es la primera vez que lo dices, lo habías repetido hablando de odres nuevos, de vino nuevo, de tela nueva… Pero es que sacarnos de nuestros esquemas, de nuestras ideas y planteamientos, es verdaderamente difícil. Y, sin embargo, parece ser la condición para poder asomarse a la realidad del Reino, para poder ver al Dios que nos presentas.
Es todo un reto, una aventura, una capacidad tremenda de apertura, de confianza, de disponibilidad para acoger tu palabra, tu visión, para dejar que el Espíritu comience su obra en nosotros.
El Espíritu será el encargado de enseñárnoslo todo, de guiarnos a la verdad completa. Su misma esencia no lo vinculará a ningún lugar concreto, ni al pueblo judío, ni siquiera a la misma iglesia. Como el viento, puede venir de cualquier lugar, del más inesperado, y obligará a estar atento para descubrir su voz.
No puedo nacer de nuevo, es verdad, pero sí puedo aprender a salir de mí mismo, a dejar brotar en mi corazón espacios nuevos. Puedo abrir mi corazón a todos, para tratar de descubrir tus signos en ellos y aprender. Puedo aprender a ver en todos, no enemigos, o contrarios, aunque tengan ideas muy distintas, sino buscadores también de la verdad, de manera limitada, como yo, pero es entre todos como descubrimos las riquezas escondidas en el fondo del corazón humano.
ORACIÓN: “Unido a ti”
Señor y Dios mío, a veces me sobrepasa tu palabra, pero me da mucha alegría porque me abre horizontes. Muchos dicen que tú limitas, pero no es verdad. Tú expandes la mente y el corazón. Tú me haces capaz de romper las limitadas barreras de mi entendimiento y de mis capacidades, me invitas a vivir abierto, a escuchar, a acoger, a aprender, a discernir.
Dame claridad para saber discernir, valor para no tener miedo de escuchar, dame humildad para reconocer lo bueno esté donde esté, y dame fidelidad para mantenerme siempre unido a ti.
CONTEMPLACIÓN: “Gestos de amor”
Señor,
abro mi corazón
confiado como un niño.
Penetra en mí
con la fuerza de tu Espíritu,
que me haga dócil
a tu palabra.
Que sepa intuir
su susurro,
que me lleva siempre a Ti.
Abre las ventanas
de mi existencia,
para dejar que entres
con tu brisa nueva,
renueves mi interior
y me prolongue
en frescura de vida,
navegando en gestos
de amor.
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