No hay nada que no sea infinitamente venerable en la Regla. Con todo, las últimas páginas escritas por nuestro bienaventurado Padre en la plenitud de sus años, de su conocimiento de las almas y de su santidad, se asemejan a un testamento espiritual y tienen para nosotros valor de eternidad. Están enteramente bañadas del resplandor de Dios e impregnadas de su dulzura. Así comienza el P. Delatte su comentario a este capítulo 68 y que según A. de Vogüe, por citar a otro autor perteneciente a otra generación y a otra escuela, constituye uno de los pasajes más preciosos de la R.B.
Después de estos comentarios, huelga decir nada sobre su doctrina tan firme, tan matizada, tan sobrenatural y tan humana.
Hacia el final de la Regla, S. Benito vuelve a ocuparse en este capítulo, como un apéndice del cap. 5 sobre la obediencia.
Nos presenta el eventual caso de una obediencia difícil como lo indica el título. ¿Cómo tiene que reaccionar el monje?
Aquí se revela el autor de una manera muy diferente de cuando escribió el capítulo 5. O no es el mismo, o ha madurado tan extraordinariamente, que ya no parece el mismo.
En el capitulo quinto se puede decir que la obediencia está enfocada desde el punto de vista del abad. En este 68 desde el punto de vista del monje. En el capítulo quinto se expone una doctrina austera y exigente, teórica. En este una enseñanza por lo menos tan sobrenatural y en el fondo más exigente, pero al mismo tiempo llena de humanidad, de comprensión, de penetración psicológica. No hay duda que nos encontramos ante una de las perlas más finas engarzadas en la R.B. Capítulo admirable no sólo desde el punto doctrinal, sino incluso literario.
Los buscadores de fuentes, presentan algunos paralelos interesantes en los que pudo inspirarse S. Benito. Desde luego de ninguna manera se inspiró en la RM. Según ella, la negativa del hermano a acatar inmediatamente y sin rechistar la orden de su abad, merece sin más la excomunión y la correspondiente reprimenda.
Pueden citarse como fuentes, la Regla de S. Basilio 69, el Pseudo Basilio, S. Cesáreo de Arles o Casiano en Inst. 4,10. Estos cuatro autores se plantean poco más o menos el mismo caso, pero lo resuelven de un modo diferente. La regla Basiliana no reconoce a la obediencia más límite que la muerte, y exige que todo se deje a juicio del superior.
El Pseudo Basilio y Cesáreo de Arles no consideran más que la anulación de la orden. Casiano, como siempre exigente, pide que esta se ejecute o a lo menos se intente ejecutarla con toda energía y sin la menor vacilación. Y no solamente es diferente el desenlace, sino que falta en estos textos casi todo el proceso psicológico‑pedagógico tan maravillosamente descrito por la RB y que conduce al término.
S. Benito nos ha confiado su secreto, nos ha trasmitido su ideal: hacer del monje no un simple obediente, sino hacer que su obediencia sea como la del Señor, por el Señor y en el Señor. «Se hizo obediente hasta la muerte».
Si la Regla la considera S. Benito como una manera de vivir el evangelio, ¿donde mejor podemos descubrir el fundamento cristológico de este capítulo sino en la consideración de la oración de Jesús en el Huerto tal como nos la describen los evangelios? En ella encontramos a Cristo ante un mandato muy difícil, muy doloroso. Expone ante el Padre no sólo con palabras, sino con todo su ser, el rechazo. Termina abrazándose con la voluntad del Padre, de quien recibe la ayuda del ángel y sale fortalecido y decidido «ser obediente hasta la muerte»
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