466. ‑Labor del prior.

publicado en: Capítulo LXV | 0

Este prepósito sin embargo ejecutará respetuosamente lo que el abad le ordene, y nunca hará nada contra la voluntad o el mandato del abad, pues cuanto más encumbrado esté sobre los demás, con mayor celo
debe observar las prescripciones de la regla. 65,16‑17.

S. Benito enumera algunos deberes del prepósito, en realidad se limita a inculcarle con energía la reverencia al abad así como la observancia más exacta de la regla.
Queda por tanto señalar las funciones del Prior que en este texto quedan muy indefinidas. Dependerá de las cualidades de la persona como del mismo abad, de cara a un servicio eficiente de la comunidad.
La función del prior la podemos sintetizar en tres puntos concretos.
  1º. El prior es el consejero y colaborador del abad, sustituto suyo cuando está fuera del monasterio.
2º.‑ Es coordinador de la vida interna del monasterio.
3 º.‑ Asegura una disponibilidad constante en la vida diaria con respecto a cada uno de los monjes
Se trata de un servicio abnegado pero muy útil para todos, permitiendo al abad dedicarse de una manera más libre a la dirección espiritual de los monjes.
El que sea el monje que está al frente de la comunidad después del abad y a suplirle en caso de ausencia y enfermedad o muerte, no debe inducirle a darse aires altaneros e independientes. Ya que el abad lo ha elegido libremente, pero no a perpetuidad, para ser su brazo derecho y su representante ante los hermanos.
Sería muy deplorable que tratase de confiscar el afecto de los monjes, que disuadiera solapadamente de obedecer al abad en tal o cual punto sin tener en cuenta las ordenes recibidas.
Por esta razón vamos a decir algunas cualidades del prior. Si es santo es una bendición, ya que se necesita virtud en el que al mismo tiempo tiene que mandar y obedecer. Obedecer con una fidelidad más profunda a un hombre que por su cercanía puede ver mejor que los demás sus defectos y debilidades.
Será inteligente y circunspecto, observante ya que por su cargo tendrá que velar por la observancia. S. Benito le recuerda que cuanto más elevado está entre los demás tanto mayor fidelidad tendrá que observar los preceptos de la regla.
Nada más natural que se sienta compenetrado con su abad y si fuera necesario, hacer de intermediario entre el abad y los hermanos. Amará como por consecuencia, a los hermanos.
Otra forma de solidaridad con el abad será la solidaridad con el abad en momentos difíciles y dolorosos, y la capacidad de crear paz y esperanza, sabiendo escuchar mucho y callar más, en los posibles conflictos entre el abad y los monjes.
Es deseable que sea de un temperamento un tanto diferente del abad por interés al propio abad y también en interés de los hermanos, que a veces podrán encontrar en el prior ciertas cualidades complementarias de las del abad. Pero comparar el abad con el padre de una familia, y al prior como a la madre, significaría dejarse llevar de una concepción un tanto infantil.
Es una misión arriesgada y difícil como en tiempos de S. Benito, pero que la hemos visto encarnada en hombres de Dios que han hecho de su vida un camino heroico de santidad y de servicio fecundo a la comunidad.

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