El abad que ha sido constituido como tal, ha de considerar siempre la carga que le han puesto y a quien ha de rendir cuentas de su administración, y que sepa que más le corresponde servir que presidir. 64,7-8.
S. Benito ofrece una descripción del tipo de abad que debe dirigir una comunidad benedictina. Dicho de otro modo, podemos ver en esta segunda parte del capítulo 64 una teología de la autoridad, de la paternidad o del liderazgo. El Talmud dice:”Feliz el tiempo en que los grandes escuchan a los pequeños, porque en una generación los pequeños escucharán a los grandes”.
En la tradición benedictina la autoridad no es un fin en sí misma, ni una excusa para oprimir a las personas para las que está hecha la Regla. La Regla es sencillamente una luz en el camino de la vida para guiarnos en la vida evangélica. Cualquier autoridad que haga de la Regla un fin en lugar de un camino, rinde culto a un ídolo.
Según la tradición benedictina el abad sólo rinde cuentas a Dios, por lo que le recuerda con frecuencia el juicio divino. Esta independencia hoy nos sorprende, ya que actualmente tenemos instancias sobre el abad del monasterio: el P. Inmediato y el P. General. Y tienen el derecho de visitar los monasterios en determinados periodos de tiempo, y deben comprobar si su situación material y espiritual es correcta.
S. Benito aprovecha la coyuntura de la instalación del nuevo abad para dirigirle una exhortación no tanto de sus obligaciones cuanto de lo que debe ser o debe intentar ser él mismo.
Para la RM el único criterio para la elección del abad es la perfección personal a la que ha llegado. Para poder enseñar la “ars sancta” no se le pide otra cosa que el haberla practicado mejor que todos los demás.
La RB por el contrario ilustra al abad sobre las cualidades humanas, sobre el carisma de la dirección de las almas, las dotes que como pastor cristiano tiene que poseer. Así tenemos en este capítulo un segundo directorio abacial comparable al primero del capítulo segundo.
En realidad se les ha comparado muchas veces y hasta se ha llegado a decir que en el cap. 2 expone el “quid”, la sustancia del oficio del abad, y en cap. 64 centra su atención el el “quomodo” o manera de desempeñarlo. Es una aseveración demasiado simplista, ya que en el cap. 2 no sólo trata del “quid” sino también del “quomodo”, pero tiene algo de verdad, ya que en el 64 se hace hincapié mucho más que en el 2 de las cualidades que el abad debe cultivar en sí mismo, en el espíritu que debe animarlo en su tarea de corregir y gobernar.
También se ha dicho que este segundo directorio es una especie de “retractatio” en el sentido antiguo, es decir una corrección o modificación de lo dicho anteriormente. Este aserto es más correcto. Hace resaltar las modificaciones introducidas por la RB en sus normas anteriores, en el sentido de una mayor discreción, de una creciente benignidad. De todos modos es evidente que ambos directorios presentan notables diferencias.
El esquema de este segundo directorio es bastante coherente. A la introducción (7) corresponde la conclusión (21-22). Ambas tienen un tema común. Rendición de cuentas, perspectiva escatológica. A la recomendación de cuatro cualidades positiva, (9) la advertencia sobre seis cualidades negativas (16), al relativamente largo comentario sobre la corrección de las faltas (12-15) otro sobre el modo de gobernar (17-19). Estos que podemos llamar bloques esenciales de la construcción del directorio, está unidos entre si por una argamasa de frases no menos consistentes y enjundiosas. Así la máxima (8) tomada del pensamiento de S. Agustín que dice:”El superior debe considerarse feliz no porque su cargo le permite mandar, sino porque le permite servir en el amor. Por este puesto de honor, ante los hombres está sobre vosotros, pero en la presencia de Dios está con temor a vuestros pies…y procurará ser más amado entre vosotros que respetado, siendo siempre consciente de que tendrá que rendir cuentas a Dios por vosotros”. Este pensamiento agustiniano sirve de transición entre la consideración global de la tarea del abad y los consejos que van a seguir.
La recomendación de la misericordia es como un apéndice de la lista de cualidades positivas. Y otra sentencia de sabor agustiniano (11), una variación sobre el tema de la misericordia y juicio, de la frase anterior. La recomendación de mantener la observancia de la regla, finalmente, es consecuencia de lo que antecede.
La construcción si no es perfecta, se acerca a la perfección.
Deja una respuesta