Vamos a considerar la fuente que utilizó Benito para redactar este capítulo, que no es otra que la RM.
El cap. 5 de la RB es un simple compendio del cap. 7 del Maestro, no ha dado de lado ninguna de las tres partes que tiene ese largo capítulo en el RM.
Encontramos en él en primer lugar, una descripción de la obediencia pronta. Luego una evocación al camino estrecho de la obediencia cenobítica a ejemplo de Cristo. Y finalmente una enumeración de las disposiciones sobre todo interiores que debe tener la obediencia.
El hecho que la RB haya conservado las dos grandes frases del evangelio que fundamentan más profundamente la doctrina de la RM:”El que a vosotros escucha, a mi me escucha” (Luc 10,16) y la de “no vine a hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió” (Jh. 6,38) no es el menor de los méritos de este compendio.
Obedecer como a Cristo, obedecer como Cristo. Estos son los dos aspectos de la obediencia, el primero se derriba del primer texto evangélico, y el segundo del otro.
Aunque sea legítimo distinguir así distintos tipos de obediencia y estudiar sus interferencias, hemos de reconocer que ni el Maestro ni Benito hacen esta distinción.
La doctrina de la RM sobre la obediencia no está encerrada en este capítulo. En este capitulo 7, de cómo debe de ser la obediencia de los discípulos, aunque muy largo no habla más que de las cualidades de la obediencia de acuerdo con su titulo.
Los fundamentos de la obediencia no son tratados en este capítulo 7, ya que han sido tratados en otros dos pasajes de la Regla, que S. Benito no ha recogido en su Regla: el comentario de la 3ª petición del Padrenuestro y la exhortación final del capitulo primero.
El comentario de la frase “fiat voluntas tua” se distingue por su amplitud extraordinaria. Ninguna otra petición del Padrenuestro ha sido tan largamente explicada por el Maestro.
La fuente de la RM es “la oración dominical” de S. Cipriano, que estaba muy lejos de dar a estas palabras tanta importancia. Es evidente que el Maestro se interesa muy particularmente por esta cuestión de la divina voluntad. Esto le ofrece ocasión de establecer el punto de partida de su doctrina preferida sobre la obediencia.
En efecto, la obediencia monástica se dirige a Dios y su única finalidad es hacer su voluntad. Por eso antes de toda presentación explícita de los superiores humanos a los que el monje obedece, el Maestro creyó necesario establecer sólidamente la necesidad de hacer la voluntad de Dios y para ello renunciar a la propia voluntad. Todo el comentario de la 3ª petición está dedicado a esto.
Después al final del capitulo primero, se podrá deducir de esa premisa, el deber de obedecer a los hombres, por medio de los cuales el Señor nos hace conocer su voluntad.
Las supresiones efectuadas al comienzo por la RB, la han privado de una presentación razonada de la obediencia y de sus fundamentos, pero de ninguna manera se ve disminuido el prestigio e importancia de esta virtud en la RB. Podemos incluso decir que con su principio de obediencia mutua va más allá de los límites previstos por la RM.
La RB presenta la obediencia como camino que va a Dios y por tres veces hace de ella una cuestión de caridad, en los capítulos 68,71, y 7.
También se aparta de la doctrina del Maestro, pues al obedecerse mutuamente, no se trata de cumplir la voluntad de Dios trasmitida jerárquicamente por los superiores, sino de cultivar la obediencia como un bien en si, sea quien sea el que manda. Así Benito exalta en grado máximo el valor ascético y salvífico de la obediencia.
Una vez que Benito supera el pensamiento de su predecesor, permanece en esa misma línea. A sus ojos la obediencia no es tanto una exigencia de la vida común como el gran camino que se ofrece a cada uno para que renuncie a si mismo y vaya a Dios.
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