-El primer grado de humildad es la obediencia sin demora. Exactamente la que corresponde a quienes nada conciben más amable que Cristo. (5, 1,2)
El capítulo empieza sin preámbulos, da por supuesta la definición de obediencia, conocida de todo el mundo y en particular de los monjes, destinatarios de la Regla.
Afirma que el primer grado de humildad es una obediencia sin demora. Frase difícil de interpretar, no en sí misma, sino con relación al cap. 7,10ss. donde aparece el temor de Dios y otros textos conexos como constitutivos del primer grado de humildad.
¿Cómo resolver esta manifiesta antimonia? Según H. Vanderhoven hay que entender la primera frase de este capítulo de este modo.”La obediencia sin demora constituye la cumbre más alta de la humildad. Gradus, no significa grado o peldaño, sino puesto, lugar, categoría. No tiene nada que ver con la escala de la humildad descrita en el cap. 7. Simplemente se concede aquí a la obediencia pronta, un lugar de honor”
A Louf proponme una interpretación parecida. “La fórmula primer grado, significa también grado principal, o incluso grado único. S. Benito quiere decir que la obediencia es la expresión adecuada y normal de la humildad monástica. Sin ella no existe la auténtica humildad”.
La misma explicación se encuentra en P. Delante.”La obediencia de la que se habla aquí, no es un grado especial, después cual habría un segundo grado y un tercero. S. Benito declara su valor soberano y declara que es cumbre, el resumen y la expresión más perfecta de la humildad. No se trata de una obediencia cualquiera, sino de la obediencia pronta y amorosa. La única verdadera, la sola digna de Dios y de nosotros mismos.”
A de Vogüe, interpreta como “primus como primero en el tiempo y fundamental desde el punto de vista de la pedagogía monástica. Esta noción de la obediencia en la formación cenobítica es la toda la tradición”
Parece muy verosímil que la afirmación con la que se abre este capítulo, depende directamente de Casiano. Este no habla de grados, sino de indicios de humildad. Pero afirma que el primero de tales indicios consiste en tener mortificadas todas las voluntades propias. (Inst. 4,39) y en un capitulo anterior ha expuesto que la enseñanza principal del novicio consiste en enseñarle a vencer sus voluntades. Sin esta base no puede esperarse la consecución de victoria alguna en el combate espiritual contra los vicios.
Tal doctrina no es nada original. Es de las más constantes en la tradición monástica. La espiritualidad cenobítica, al menos de cierto cenobitismo, considera la obediencia como elemento primordial. Como la virtud que realmente fundamenta las comunidades.
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