64.- Lo cual cumpliremos dignamente si reprimimos todos los vicios, y nos entregamos a la oración con lágrimas, a la lectura a la compunción de corazón y la abstinencia. (49, 4)

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Tenemos aquí una primera lista de cosas que podrían o deberían hacerse para  alcanzar el objetivo de la cuaresma.
Ante todo reprimir los vicios, luchas contra ellos, y a ser posible extirparlos de raíz. Este es uno de los fines del ascetismo cristiano. El otro consiste en cultivar las virtudes. Casiano entre  otros padres monásticos, lo ha explicado a la perfección.
En realidad  ambos  fines se alcanzan al combatir los vicios, pues vencer  a cada uno de ellos equivale a adquirir la virtud contraria.
Además hay que dedicarse con especial ahínco a ciertas prácticas. Y en esta primera lista. RB señala cuatro, tres  de ellas son otros tantos elementos positivos y espirituales. Oración con lágrimas, lectura divina, compunción del corazón. Una trilogía que aprecia de veras. La cuarta es  somática o negativa: la abstinencia, privación del alimento.
Cultivar la oración privada, la lectura y el arrepentimiento de los pecados, ciertamente con más intensidad que en otros tiempos, aumentar  la abstinencia que se debe practicar todo el año.
La penitencia  no es otra cosa que una adhesión sincera del corazón al pecado. Nos lleva en primer lugar a huir de las menores ofensas. No hay verdadera penitencia donde no se huye el vicio. Y no es un solo vicio del que hay que abstenerse, sino de todos, a los que hay que combatir .”Ad nomnibus vitiis”. Pero la penitencia no exige la desaparición  de todas las imperfecciones ni aún de todas las faltas.  Por eso  la RB no nos pide la corrección inmediata, sino solamente el combate contra los vicios y la enmienda progresiva.
Donde existe el espíritu de penitencia no puede pactar ni conceder tregua a ningún desorden. Su esencia es el odio al pecado y a todo lo que lleva al pecado.
La penitencia cuaresmal, como la de toda la vida, se concretiza y manifiesta en los ejercicios de piedad. La penitencia verdadera es la del corazón, que lleva a la penitencia corporal y la hace meritoria.
Es necesario que el corazón esté sobrecogido de una santa compunción, y que los actos exteriores de penitencia sean la expresión de ese dolor.
En la oración y reflexión encontraremos las lágrimas u compunción de corazón. Por esto la RB pone a la cabeza de los ejercicios de penitencia  la lectura y la oración. Quiere que nos entreguemos con mayor intensidad en el tiempo de cuaresma.
Cuando el corazón está poseído de un verdadero arrepentimiento del pecado siente la necesidad de la penitencia corporal que ataque el foco del pecado. Las mortificaciones  exteriores son el fruto necesario de la sincera penitencia, por eso la misma Iglesia  a través de los siglos ha animado a la penitencia  y aún  actualmente, aunque mitigada, la mantiene.
La RB señalas las austeridades que debemos practicar ordinariamente, pero que en cuaresma han de ser más  pronunciadas, con el expreso deseo de que redoblemos  nuestro celo durante este tiempo.

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