Tenemos aquí una primera lista de cosas que podrían o deberían hacerse para alcanzar el objetivo de la cuaresma.
Ante todo reprimir los vicios, luchas contra ellos, y a ser posible extirparlos de raíz. Este es uno de los fines del ascetismo cristiano. El otro consiste en cultivar las virtudes. Casiano entre otros padres monásticos, lo ha explicado a la perfección.
En realidad ambos fines se alcanzan al combatir los vicios, pues vencer a cada uno de ellos equivale a adquirir la virtud contraria.
Además hay que dedicarse con especial ahínco a ciertas prácticas. Y en esta primera lista. RB señala cuatro, tres de ellas son otros tantos elementos positivos y espirituales. Oración con lágrimas, lectura divina, compunción del corazón. Una trilogía que aprecia de veras. La cuarta es somática o negativa: la abstinencia, privación del alimento.
Cultivar la oración privada, la lectura y el arrepentimiento de los pecados, ciertamente con más intensidad que en otros tiempos, aumentar la abstinencia que se debe practicar todo el año.
La penitencia no es otra cosa que una adhesión sincera del corazón al pecado. Nos lleva en primer lugar a huir de las menores ofensas. No hay verdadera penitencia donde no se huye el vicio. Y no es un solo vicio del que hay que abstenerse, sino de todos, a los que hay que combatir .”Ad nomnibus vitiis”. Pero la penitencia no exige la desaparición de todas las imperfecciones ni aún de todas las faltas. Por eso la RB no nos pide la corrección inmediata, sino solamente el combate contra los vicios y la enmienda progresiva.
Donde existe el espíritu de penitencia no puede pactar ni conceder tregua a ningún desorden. Su esencia es el odio al pecado y a todo lo que lleva al pecado.
La penitencia cuaresmal, como la de toda la vida, se concretiza y manifiesta en los ejercicios de piedad. La penitencia verdadera es la del corazón, que lleva a la penitencia corporal y la hace meritoria.
Es necesario que el corazón esté sobrecogido de una santa compunción, y que los actos exteriores de penitencia sean la expresión de ese dolor.
En la oración y reflexión encontraremos las lágrimas u compunción de corazón. Por esto la RB pone a la cabeza de los ejercicios de penitencia la lectura y la oración. Quiere que nos entreguemos con mayor intensidad en el tiempo de cuaresma.
Cuando el corazón está poseído de un verdadero arrepentimiento del pecado siente la necesidad de la penitencia corporal que ataque el foco del pecado. Las mortificaciones exteriores son el fruto necesario de la sincera penitencia, por eso la misma Iglesia a través de los siglos ha animado a la penitencia y aún actualmente, aunque mitigada, la mantiene.
La RB señalas las austeridades que debemos practicar ordinariamente, pero que en cuaresma han de ser más pronunciadas, con el expreso deseo de que redoblemos nuestro celo durante este tiempo.
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