345.-Humildad y abandono en la oración

publicado en: Capítulo XX | 0

Si cuando queremos pedir algo a los hombres poderosos, no nos atrevemos a hacerlo sino con humildad y respeto, con cuanta mayor razón debemos presentar al Señor nuestras suplicas al Señor  de todos los seres con verdadera humildad y con el más  puro abandono. (20, 1-2)

La RB no define la oración, da por supuesto que aquellos  los que se dirige saben  perfectamente lo que es.  Sin embargo, el modo de comenzar este capítulo 20  exabrupto y con un argumento a fortiori, no puede ser más significativa.
Si para obtener una cosa  de los hombres poderosos hay que abordarlos con sumisión y muestras de respeto, ¿con qué humildad no habrá que  suplicar al Señor Dios del universo?
Es verdad que la palabra reverencia usada en el título del capítulo para calificar la oración, no aparece posteriormente en el texto, sino aplicada a la actitud de humildad y acatamiento que exige el trato con hombres poderosos, cuando se intenta conseguir de ellos alguna cosa.
Lo que la RB quiere inculcarnos en esta primera instrucción sobre la oración, dado por supuesto que orar es pedir, es que debe abordar a Dios con suma reverencia para solicitar sus dones. Es la actitud de reverencia o temor reverencial que anteriormente ha dicho que hay que tener en la salmodia
A primera vista  puede parecer que en este capítulo se trata  de la oración privada, pero mirado con atención no es así.
S. Benito  se mueve en un  nivel que no separa la oración litúrgica de la oración personal. Como lo muestra el estudio de las fuentes, S. Benito habla primordialmente de la oración silenciosa que seguía a la recitación de un salmo dentro de la oración litúrgica.
Hemos de reconocer que hay una oscilación temática  entre la oración silenciosa después de cada salmo y la oración personal fuera  del oficio divino, de la que  se hablara  explícitamente en el cap.  52.
Al final de este capitulo 20 se habla de la oración hecha en común, ampliando el horizonte con una oración que se prolonga por inspiración de la gracia.
Por estas primeras frases, vemos que la intención de S. Benito es evitar que la oración se convierta en rutina. Quiere que entremos en una relación con el Dios que siempre está en relación con nosotros.

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