El Oficio del alba en la RB se presenta íntimamente ligado al Oficio de Vigilias y contrapuestos a los Oficios del día. Es en realidad por su estructura y contenido el equivalente matutino al oficio de Vísperas de la tarde.
Laúdes y Vísperas son dos momentos importantes de la oración diurna y tienen una estructura similar. Debía celebrarse al rayar el alba. Los domingos se celebraba inmediatamente después de la bendición con la que concluían las Vigilias.
El oficio del amanecer tiene un carácter marcadamente festivo. Es la hora del triunfo de la luz sobre las tinieblas, la hora de la resurrección de Cristo. S. Benito se cuida de escoger los salmos para cada día, un cántico del AT, el ambrosiano y el cántico de Zacarías, como especialmente aptos para esta celebración. Es significativa la insinuación que hace del uso de la iglesia romana.
S. Benito ha seguido en muchos puntos el entonces nuevo ordenamiento de la liturgia romana, adaptándolas a las necesidades propias de un monasterio, y enriqueciéndola con ciertos elementos que le dan colorido. Es decir que sabe unir fidelidad a la tradición y espíritu creador.
El Oficio de Laúdes, como parte del Opus Dei diferenciado de los nocturnos, parece que había tenido origen en Belén, hacia el año 370, y su primer testimonio sería un texto de Casiano en las Instituciones.
Al reglamentarse con mayor moderación la vigilia nocturna, que en un Principio duraban hasta el alba, se hizo necesario un nuevo oficio matutino. Su esquema escueto se encuentra en los cap. 12 y 13 de la RB, correspondientes al oficio matinal del domingo y de las ferias respectivamente.
Empieza el oficio con el salmo 66 sin antífona, es decir todo seguido. En nuestros esquemas actuales el equivalente es el salmo 116, que nosotros no se por qué causa, lo hemos dejado de recitar. A continuación un solista o varios, entonaban el salmo 50 que todos los oyentes coreaban con el aleluya pascual. Este salmo viene aquí a tener el papel del invitatorio, antes de cantar la aparición de la luz pura y ofrecer al Señor una alabanza pormenorizada de todos los beneficios. El alma siente necesidad de purificarse y reconocer que solo Dios puede hacerla salir de sus noches. Actualmente durante la semana sustituimos el salmo 50 por uno de los otros salmos penitenciales con la misma finalidad. Es como la introducción al oficio.
En la parte central, en el domingo está el salmo 117 himno de victoria pascual, seguida del cántico de los tres jóvenes y los laúdes (salmo 148-150)) que actualmente distribuimos en varios días.
Terminada la salmodia se dice de memoria (recordemos que el espacio que queda después de vigilias se dedicaba aprender estos fragmentos de memoria), un fragmento del Apocalipsis y el responsorio, el himno ambrosiano que actualmente se ha colocado al comienzo. El verso y el Benedictus. Se termina con la letanía u oración de los fieles completa, o sea con intercesiones explícitas seguidas de la invocación “Señor, ten piedad” y de esta manera se concluye. (12, 3,4)
En realidad no es así, pues al tratar del oficio de Laúdes en los días de feria se hace hincapié en un elemento primordial que aquí por descuido o tal vez por tratarse de una añadidura posterior no se hace mención, es la recitación del Padrenuestro en alta voz por el superior.
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