Este instrumento nos da pie a tratar de una manifestación de pereza que en la vida espiritual se conoce con el nombre de tibieza.
La tibieza, no es otra cosa que una pereza espiritual consentida, que nos lleva a olvidar nuestros deberes y dormimos en el hábito de faltas veniales.
Es en cierto aspecto, más peligrosa que el mismo pecado mortal aislado, ya que no teniendo la gravedad de este, es más fácil que no se le de la debida importancia.
Trataré de precisar lo que es la tibieza. Gran número de ideas confusas oscurecen este tema. A pesar de su sencillez.
Almas fervientes tienen la obsesión y temor de estar en la tibieza y exclaman: «me siento tibio, por consiguiente Dios me rechaza”. El Bto. Rafael, como otros muchos santos sintió fuertemente esta sensación, o prueba interior.
La confusión suele provenir de no distinguir en las palabras los diversos sentidos que ofrecen, ni en las ideas las diferencias que las especifican.
En primer lugar lo primero que resalta al hablar de tibieza, es la anuencia de gusto y ardor. Pero esta falta de gusto y ardor puede ser debida a muchas causas, bien pueden ser superficiales, bien a una causa profunda. Puede ser pasajera o habitual, involuntaria o culpable.
Este estado puede hallarse por igual en almas fervientes y en almas tibias. No hay que alarmarse por sentir esas amargas impresiones.
En segundo lugar, la idea de tibieza se precisa más cuando se añade la de NEGLIGENCIA y ABANDONO. Aquí hay un desmayo de la voluntad, una real disminución de la actividad. De este estado somos responsables. Pero también podemos distinguir entre negligencia y negligencia. La que versa sobre materias de perfección, no puede compararse con la que versa sobre unos deberes positivos. La negligencia puede ser más o menos consciente, más o menos extensa, más o menos prolongada. ¿Cuál es la que caracteriza a la verdadera tibieza? La que llega hasta el pecado venial. Pero aún no es todo.
En tercer lugar, la noción de tibieza entraña siempre la idea de pecado y por lo tanto se puede distinguir entre tibieza real y tibieza aparente. ¿Se deduce de esto que se comienza a ser tibio cometiendo un pecado venial? Ni los más perfectos están libres de caer en él. No es el caer en pecado venial lo que hace al tibio, sino la FACILIDAD en cometerlo, el HABITO contraído, y sobre todo, el APEGO a él.
Una persona tibia se entrega sin ninguna lucha a esa clase de faltas. No siente remordimientos, y termina por vivir tranquilamente en paz con sus faltas.
De esta noción diferencial de la tibieza, pasemos a su noción positiva, llegando así al fondo de la cuestión. Es EL PECADO VENIAL FÁCIL Y HABITUALMENTE COMETIDO.
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