78.-Hacerse todo para todos.
Y conforme al ser de cada uno y según su grado de inteligencia deberá amoldarse a todos y lo dispondrá todo de tal manera, que además de no perjudicar al rebaño que se le ha confiado, pueda también alegrarse de su crecimiento. (2, 32)
Este párrafo también es propio de la RB. San Benito da en sustancia la misma respuesta que RM sobre lo que es un abad. Pero cuando trata de como debe comportarse el abad, su respuesta es más personal y en lugar de abreviar, alarga no solo en este capítulo 2º, sino que añade todo un capítulo, el 64, todo original de Benito.
La aportación personal de S. Benito denota no sólo un extremado interés por el tema del abad en general, sino también una especial preocupación que el superior debe tener con los diferentes caracteres de los monjes.
Este tema no estaba ausente del la RM, pero la RB lo enfoca de diversa manera, insistiendo notablemente en él. Las tres omisiones y las tres añadiduras que tiene el capítulo 2º, respecto del texto del Maestro, tienden a borrar el principio de total igualdad tan del gusto del Maestro y recomendar la diversidad de tratamientos, según las personas.
Este respeto por las personas es uno de los rasgos distintivos de S. Benito respecto al Maestro. Pero es particularmente importante ver que lo pone como un deber especial del abad.
Con este modo de proceder se puede hacer frente a unade las principales críticas que actualmente se han hecho al modo de proceder la autoridad en la vida religiosa. Esta crítica reprocha a los superiores haber ignorado las gracias y necesidades personales de los religiosos, sacrificándolas a intereses colectivos y a una concepción no muy evangélica de la obediencia.
Estas críticas han dado origen a un buscar un nuevo modelo de superior religioso, que en lo sucesivo se situaría en el centro de la comunidad, y de ningún modo sobre ella, según Tillard.
Casi resulta innecesario decir que esta imagen de la autoridad es extraña a la RB y los esfuerzos realizados recientemente para encontrarla en el pacomianismo primitivo, han resultado bastante vanos.
Aunque el abad de la tradición benedictina esté claramente por encima de la comunidad, algo que no se puede negar, no impide como vemos en estos párrafos de la RB que sea extremadamente sensible a las necesidades y flaquezas individuales, y lo que quiere inculcar en el abad por todos los medios.
La RB ofrece así un remedio permanente a lo que parece ser una de las causas profundas del malestar en muchas congregaciones.
Y viniendo ya en concreto a párrafo enunciado (32), es notable la frase: “Deberá amoldarse a todos”. Hacerse todos para todos es no rehusar nunca un servicio solicitado, adelantarse a los deseos y legitimas necesidades de los hermanos, es no querer imponer el propio modo de obrar, ni de pensar, sino aceptar con agrado los sentimientos de los demás. Es estar atentos al carácter de cada uno, estar alegres con los alegres y llorar con los que lloran. En una palabra, amar al prójimo como a si mismo, hacerse todo para todos, es la expresión de la verdadera humildad y caridad y de la más pura espiritualidad benedictina.
El P. General, en su última carta recuerda que es la cercanía de Jesús la que permite a los discípulos vivir ese amor gratuito que crea comunidad y comunión. Y después de confirmar lo dicho con algunos textos, termina la frase ofreciendo los medios para alcanzarlo: la escucha de la palabra, la fe y la conversión. No por los lazos de carne y sangre.
Es por tanto la obligación no solo del abad, sino de todo religioso que quiera vivir la espiritualidad benedictina, que le es propio estos rasgos de humildad y amor del mensaje evangélico.
Tanto el superior como el monje que no se hace todo para todos, puede hacer mucho mal a la comunidad, tanto espiritual como materialmente.
Mucho tiene que sufrirse en las comunidades por causa de aquellos hermanos egoístas que quieren imponer sus criterios y modos de obrar, bien sea bajo pretexto de regularidad, bien por la disipación. Son un obstáculo a la paz y progreso en la virtud de los demás hermanos.
Creo que este párrafo nos tiene que ayudar a estar prevenidos y no hacer sufrir a los demás con nuestra manera de ser.
La finalidad de este hacerse todo para todos, tanto del abad como del monje, no es otro que la gloria de Dios. Dice S. Benito: “para que se goce con el aumento del rebaño”. No tiene otra finalidad. Haciendo el bien a los hermanos, cooperemos al bien de la comunidad, para que crezca en número pero sobre todo en virtud. Buenos ejemplos empapados en caridad hacen mucho bien en una comunidad. Y son el perfume del verdadero amor que se derrama en el entorno espontáneamente.
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