72. Faltas de fragilidad.
En cambio a los obedientes, sumiso y pacientes debe animarlos a que avancen más y más (2,25 parcial)
Las faltas de debilidad son las que se escapan frecuentemente a cualquiera que no haya adquirido el hábito de la virtud perfecta. Provienen de una naturaleza que no ha muerto a sí misma.
. Son faltas de debilidad o fragilidad porque la mala voluntad no está presente con deliberada advertencia y consentimiento. Queremos ser obedientes, “obedientes”, pero a veces gemimos y encontramos dura la obediencia, nos podemos atrever a discutir el mandato. Queremos ser caritativos, “mites” y no obstante se pueden escapar movimientos repentinos de amargura, o nos dejamos llevar de antipatías, queremos soportarlo todo,”pacientes”, pero la falta de rectitud, las calumnias, las persecuciones sordas nos sublevan. Se puede tener dificultad en reprimir ciertos deseos de venganza. Y así en otros casos
Es el hombre viejo que vocea contra la ley y a veces lleva a cometer verdaderas faltas y debilidades. Debemos trabajar cada día para disminuir estas faltas.
Estas faltas en cuanto tales, disminuyen la pureza de nuestras acciones y debilitan nuestras fuerzas. Provienen de una naturaleza aún algo indómita, de una voluntad incompleta. Si no nos apresuramos a extirparlas, imperarán más y más en una voluntad que se debilita.
Por otra parte, cuando más sincero sea nuestro deseo de crecer, menos debemos asustarnos ni turbarnos por estas miserias. Los santos que veneramos en los altares, n o se han visto libres de muchas imperfecciones y no han llegado a esa eminente santidad reconocida oficialmente por la Iglesia, sino después de largos y duros combates. ¿Quién nos revelaría sus gemidos? ¿Quien nos podría decir las lágrimas vertidas por ellos al pie de sus crucifijos? ¿Cómo ha sido su constante lucha contra sus malas inclinaciones? ¿Cuántas horas pasadas en oración para verse libres de estas faltas? (Un P .Provincial, tenía explosiones fuertes de genio. Su secretario le indicó un día que podía hacer examen de conciencia para dominarse, y le contestó que llevaba luchando 40 años con su genio)
A la vista de sus faltas de fragilidad, los santos aprendían a considerarse como los más grandes pecadores. Cuanto mayor celo de Dios tiene un alma, más miserias descubre en si y más desea purificarse
¿Queremos saber nuestro grado de vida interior? Veamos primero si conocemos bien neutras faltad de fragilidad, y en segundo lugar si tenemos verdadero celo por corregirlas y ponemos los medios adecuados para esto.
¿Que remedios poner? S. Benito recomienda no poner un remedio duro a las falta de fragilidad. Donde no existe la mala voluntad no es necesario la reprensión y menos el castigo, sino dar alientos: “debet obsecrare”
En cuanto a las falta de fragilidad que no tienen más testigos que nuestra conciencia, no debemos inculparnos con amargas censuras, ni con despecho contra nosotros mismos, ya que el despecho es una manifestación de orgullo y solo se conseguiría aumentar el mal.
El camino es humillarnos reconociendo nuestra incapacidad, sin la gracia de Dios, para hacer el bien. Demos gracias a Dios de la humillación que nos suponen y pongamos nuestra más plena confianza en Él. De este modo sacaremos bien del mal, y pidamos al Señor que crezca nuestro amor a El y el deseo de seguirle con fidelidad.
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