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31. Responder a la llamada.

por | publicado en: Prologo | 0

31. Responder a la llamada.
– Al terminar sus palabras, el Señor espera que le respondamos cada día a sus santas exhortaciones… (35)

En Mat 7,28 leemos que “cuando Jesús acababa estos discursos la gente quedaba asombrada de su doctrina. Este es el estado de ánimo del monje que ha escuchado cuanto el Señor le dice en los párrafos anteriores del prólogo.
S. Benito nos asegura que Dios nos espera, “Al  terminar sus palabras, el Señor espera cada día que le respondamos”. El Señor nos ha llamado y nos sigue llamando cada día. La vocación que hemos recibido no es algo estático de un momento, sino que es una llamada dinámica, de cada día.”Toma su cruz cada día”.
Esta llamada es obra de su liberalidad para con nosotros, nos ha mostrado el camino yendo  el por delante. En general no ignoramos lo que Dios nos pide.
Pero respeta nuestra libertad esperando nuestro libre consentimiento. No quiere ni puede santificarnos contra nuestra  propia voluntad. Calla y espera nuestra respuesta, nuestra cooperación. No con vanas palabras, sino con hechos verdaderos.  S. Benito precisa “con nuestras obras”.
Si nos hemos fijado en lo que llevamos leyendo y comentando del prólogo, no  nos ha presentado vanas palabras, vacías de contenido, sino por el contrario todo ha sido un marcarnos el camino para mejor seguir a Jesús que nos ha llamado a un seguimiento peculiar, con la gracia particular de la vocación monástica.
Creo que puede ser un pensamiento estimulante e incluso sanador el preguntarnos con frecuencia. ¿Cómo correspondo a las llamadas del Señor? Sea de los demás lo que fuere,  podemos escuchar que a cada uno de nosotros nos dice como a Pedro: “Tu  sígueme”.
Nos espera  todos los días, ha dicho S. Benito. Su llamada es continua. Nos muestra cual es su voluntad y siempre está a la espera de que correspondamos a su amor. No le tengamos llamando a la puerta de nuestro corazón, diciéndole: mañana, para volver a decírselo también mañana, como dice ese conmovedor verso de Lope de Vega.
Las palabras de Elías a los israelitas “¿hasta cuando cojeareis de los dos pies? Si Yavhe es Dios, seguidle.” se pueden aplicar no solo a muchas vidas de cristianos, sino también de religiosos.
Le hemos elegido por nuestro bautismo, le hemos reelegido por nuestra profesión. Nos hemos entregado  oficialmente, totalmente a él. ¿Queremos dar a Dios lo que nos pide o permanecemos irresolutus?
Es provechoso examinar si hay alguna causa que nos frene en la entrega a la divina voluntad, de la que ayer hablábamos.
¿Por qué  esperara  Dios día tras día? En su paciencia y amor infinitos espera para que todos los días podamos arrojarnos en sus brazos diciendo:”Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad”. Es lo que espera  de nosotros. ¿Podemos defraudarle?  Resueltos a seguirlo, no solo hasta el Tabor, sino hasta el mismo Calvario. Y como los ejemplos valen más que mil palabras, ahí tenemos el ejemplo admirable del Bto.Rafael, que a sus 26 años hace una donación tan heroica, no solo de su alma, sino de todo su ser, hasta la muerte.

Índice general

  • Introducción
  • Prologo
  • Capítulos 1 – 10
  • Capítulos 11 – 20
  • Capítulos 21 -30
  • Capítulos 31 – 40
  • Capítulos 41 – 50
  • Capítulos 51 – 60
  • Capítulos 61 – 73

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