54.Notas de los giróvagos.

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54.Notas de los giróvagos.
-El cuarto género de monjes es el de los llamados giróvagos, porque su vida entera la pasan viajando por diversos países hospedándose durante tres o cuatro días en los monasterios, nunca estables, siempre errantes, se limitan a servir a sus propias voluntades  y a los deleites de la gula. Son peores en todo que el sarabaíta. (10 y 11)

 

Ese espíritu giróvago de que nos habla S. Benito, podemos encontrarlo dentro del cenobio en distintas formas.
El más corrientes es en aquel que necesita salir del monasterio y emprender un viaje para descansar o aquel monje que dentro del monasterio le falta estabilidad en su vivir.
Muy mala es la situación de aquel  que el superior se ve obligado a condescender  para proporcionar consuelo a la débil virtud  de algún monje y muy enferma el alma del monje que necesita estos consuelos emponzoñados.
El religioso que hambrea salir del monasterio es claro que no tiene el espíritu de S. Benito, ya que nuestra vocación se funda en la estabilidad. Para el hijo de S. Benito el estar  en el monasterio  rodeado de sus hermanos, tiene que ser su mayor consuelo. El solo pensamiento de un viaje tiene que causar repugnancia.
¿De donde nace el espíritu giróvago? Si atendemos a  las notas que ofrece S. Benito vemos que en primer lugar  nace de la inconstancia de carácter. “Siempre errantes, nunca estables”. El inconstante lo es en todo, pasa por todos los oficios, sin encontrar el que le cuadre. En su vida  espiritual no hay nada seguido. Va de una virtud a otra sin detenerse en ninguna. Sus resoluciones no tienen efecto alguno, porque sus propósitos cambian  según sus impresiones; tan pronto lleno de fervor, como sin energía.
Esta ligereza de carácter proviene de una voluntad débil, que no ha sido formada en la escuela del sacrificio, y sin convicciones firmes en su inteligencia. Es como una nave sin piloto, que camina a favor de los vientos.  No puede haber estabilidad donde no hay principios.
El monje interiormente equilibradoantes de empezar cualquier empresa, toma la resolución después de una seria reflexión,  consultado y orado. Pero una vez decidido, hay que seguir adelante, suceda lo que suceda, no volviendo sobre sus pasos a no ser que la conciencia le obligue a ello.
En segundo lugar es la falta de mortificación de las pasiones. “Siguiendo a sus propias voluntades”. Aquel que se busca así mismo, se hace insoportable a si mismo y a los demás. Con cualquier trabajo o cargo, siempre está enojado. La paz sólo se encuentra  no cambiando el entorno, sino reformando el carácter y  mortificando las pasiones.
Una tercera causa que manifiesta  un espíritu giróvago, S. Benito señala la gula. El giróvago que habla S. Benito viaja sin cesar para satisfacer su glotonería. El monje cenobita con espíritu giróvago que busca salidas,  busca proporcionarse algún alivio o satisfacción a la naturaleza dolorida.
              Con esto no quiero decir que  en algunos momentos de tentación o de enfermedad corporal pueda sentir el monje gran melancolía,  necesidad de llora, un tedio mortal. ¿Qué hacer en esta situación? Tener claro que no es señal de estar inficionado del espíritu del giróvago, y aceptar con  valor el cáliz, y Dios no tardará en conceder sus consuelos que confortan más que cualquier consuelo humano.

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