Semana 21 miércoles B

TIEMPO ORDINARIO

 

Miércoles 21º

 

 

LECTURA:     

Mateo 23, 27-32”

 

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes.

¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: «si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas»! Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!

 

 

MEDITACIÓN:       

“Buena apariencia”

 

            Parece que eso lo hemos tenido siempre claro de una manera o de otra, y también a todos los niveles y esferas. Parece que hoy hablamos más que nunca de la sociedad de la imagen y, cierto es que tenemos la posibilidad de vivirla y expresarla como nunca, pero lo que no cabe duda es que en sus diferentes niveles no estamos ante nada nuevo.

 

Y, por supuesto, que no hacemos referencia a la mera realidad material sino a todo lo que implica nuestra realidad personal que tratamos de disimular o de tapar para que no se vea lo que no nos gusta de nosotros mismos, y que tampoco queremos que los demás vean.

 

Y Jesús va al fondo, claro está como siempre, aunque nos duela, pero con el deseo de ayudarnos a sanar. Externamente guardamos las formas, hasta podemos llegar a modelar las reacciones o actitudes ante los demás, pero detrás o en el fondo, no somos capaces de saber compaginar lo que aparentamos con lo que en realidad somos y que, tarde o temprano, o en el ambiente adecuado, aflora en toda su realidad, especialmente en la más real y negativa. Buena apariencia por fuera, pero por dentro podredumbre, se atreve a decir Jesús.

 

            Lo más doloroso es ver a quién lo dice, porque eso nos obliga a estar muy atentos con nosotros mismos, porque de nosotros se espera más coherencia. Se espera que nuestra imagen exterior se corresponda cada vez más y mejor con la interior. No podemos establecer una especie de dualidad en nuestras vida, en nuestras actitudes, en nuestros comportamientos.

 

            Estamos en lo de siempre, en nuestros ritmos, en el proceso de nuestra vida. Y cierto que es así, no lo podemos eludir. Somos historia y camino, pero tenemos que intentar demostrar que tratamos de ser camino de coherencia. Que se note que hay un deseo y un esfuerzo, que ponemos o intentamos expresarlos sinceramente para ir adecuando nuestra imagen con nuestro fondo. Y eso se nota, a pesar y en medio de nuestras pobrezas y limitaciones.

 

            Lo que Jesús rechaza es nuestro posible anquilosamiento, nuestro estancarnos en una especie de opción que acomoda nuestro estatus. Y tenemos que estar alerta porque como vemos no es algo de antes sino de siempre, de ahora. Lo vemos palpable en muchas realidades que no nos gustan, pero en las que podemos caer si no ponemos sinceridad y proyecto de vida en nuestra vida. Lo más hermoso que nos puede pasar y que podemos tomar como tarea de nuestra historia es la de construir nuestra unidad interior y exterior. No la terminaremos aquí, pero aquí comienza el camino.

 

 

ORACIÓN:     

“Empujando mi conciencia”

 

            Es cierto, Señor, y no es fácil. Me parece que nos conformamos con poquito. Tú poniendo en juego todo y nosotros conformándonos con una especie de ir tirando pesadamente, como si nuestra vida no mereciese ese esfuerzo que lo que trata es de ir haciéndonos en nuestro yo más personal y auténtico frente a nosotros mismos, que en principio es lo esencial y, luego, frente a los demás. Y no, nuestra vida no es, o no debe ser una carga, pero sí es una tarea y supone esfuerzo, porque nada se construye sin él. El tema es si lo experimentamos como carga que entorpece nuestro caminar fácil, o lo sentimos como la mejor posibilidad de la que somos portadores como personas haciéndonos. Señor, estamos inmersos en una especie de querer y no querer, de saber cuál es el trabajo y dejar que las cosas vayan saliendo a su aire, y palpando como no terminan de hacerlo si no ponemos nuestro empeño en ello. Sigue empujando mi conciencia y manteniendo ilusionado mi deseo y mi tarea. Gracias, Señor.

 

 

CONTEMPLACIÓN:     

“Ser uno”

 

Puede ser bella la imagen,

pero de poco sirve

si no es portadora de vida,

si se queda en una forma

de plástico artificial

que se deja ver y hasta perdura,

pero sin alma.

Esa alma que pones tú

y que me regalas

como esperanza de mi despertar,

como fuerza que me une

por dentro y por fuera,

hasta hacer que me sienta

yo mismo en mi andadura.

Tarea y empeño de ser uno

conmigo y en ti.

 

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