Semana 21 jueves B

TIEMPO ORDINARIO

 

Jueves 21º

 

 

LECTURA:         

Mateo 24, 42-51”

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre.

¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo hará pedazos, como se merecen los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

 

 

MEDITACIÓN:        

“Fiel y cuidadoso”

 

            A base de soñar ideales y utilizar grandes palabras, lo cierto es que, generalmente, donde nos lo jugamos todo son en esas actitudes aparentemente sencillas, en palabras que no suenan grandilocuentes, pero en las que se ponen de manifiesto que nos estamos jugando lo mejor, y la verdad de lo que somos.

 

            Y en este texto, que sigue resonando la advertencia, no por empeño de Jesús sino nuestro, en el que se sigue poniendo de manifiesto esas dos caras que podemos tener, simplemente porque no queremos entrar o asumir la realidad que somos o que decimos querer ser.

 

            Fieles y cuidadosos. Qué sencillo suena y, sin embargo, qué carga de responsabilidad. Pero, dicho así, suena con tanta naturalidad que dan ganas de preguntarse por qué nos cuesta tanto realizarlo, si es por dificultad o, sencillamente, porque no queremos asumir las consecuencias de lo que decimos ser y, hasta aparentemente, queremos ser.

 

            Lo de cuidadoso suena a detalle, a sensibilidad exquisita, a pensar en el otro para hacerle la vida agradable, a no herirle, a mirarle primero para descubrir que merece nuestra atención, tal vez más cuanto mayor sean sus limitaciones; porque,  al fin y al cabo, nuestras actitudes ante los demás debían brotar más de lo que somos nosotros y no de cómo es el otro; porque es eso no sólo que le puede ayudar a sentirse bien sino, incluso, a cambiar. Me parece hermoso y todo un reto la capacidad que podamos tener de poner cuidado en lo que hacemos con quienes lo hacemos.

 

            La fidelidad es una palabra que suena suave pero que lleva una carga en sí que sigue poniendo de manifiesto que algo que es lógico, cuando nos comprometemos a ello, luego no lo es tanto. Y es que la fidelidad la apoyamos en algo hondo, en algo o en alguien en quien la hayamos experimentado, o fácilmente la rompemos. Lo vemos con fuerza en nuestro hoy, pero también es de siempre. Lo prueba el texto que leemos. El apóstol nos dirá que podemos ser infieles con Dios, pero que él permanece fiel siempre, porque no puede contradecirse  a sí mismo.

 

            Y es que al final se trata de eso. No de que no podemos sino de que banalizamos las relaciones, y lo que parecía un deseo eterno, se convierte ante los primeros retos a superar, sin hablar ya de nuestros caprichos o intereses, en los motivos para romper nuestras grandes y aparentes verdaderas afirmaciones y sentimientos de un momento.

 

            Esto salpica lógicamente el ámbito de nuestra fe, en la que podemos permanecer pero sin una fidelidad que manifieste la fuerza que conlleva. Porque la fidelidad no es sólo un mantenerse, sino un ir enriqueciendo y ahondando en lo que hemos apostado para que cada vez pueda expresar mejor, en toda su capacidad de desarrollo en nosotros, lo que inició en su momento. La aventura de toda una vida que sólo nos puede mostrar la fuerza de su contenido en la medida que la asumimos como tarea hasta el final.

 

 

ORACIÓN:          

“Demostrar nuestra capacidad”

 

            Gracias, Señor, porque es en ti donde encuentro la fuerza de tus palabras, en su sencillez y en su exigencia. A veces las palabras nos pueden condicionar y, tal vez, no sepamos entenderlas, o veamos en ellas lo que aparentemente conllevan de carga, pero al final se trata de sentir si esa aparente carga es un peso que hace de nuestra vida algo pesado, y que es mejor dejar a un lado siguiendo el criterio de lo que nos apetece, y máxime ante las dificultades, o si esa aparente exigencia es la que nos ayuda a poner en marcha y a demostrar nuestra capacidad de dar forma a esas palabras hermosas, envueltas en deseos ilusionados y sinceros, para que lleguen a conseguir dar toda la fuerza de su verdad a nuestros proyectos. Señor, todo ello significa decisión, coraje, verdad, lucha por lo que uno dice haber querido y querer. Ayúdame a aprender de ti. Gracias, Señor.

 

           

CONTEMPLACIÓN:           

“El fiel”

 

No quiero que se me escape

el valor de lo pequeño

donde me juego mi grandeza.

La fuerza y la belleza

de esas palabras

que vienen cargadas de vida,

que quieren adentrarme

en un hoy que quiere convertirse

en un mañana para siempre,

y que me hacen sentir

la satisfacción del esfuerzo

que hace posible el milagro.

Es palabra y sentimiento

que aprendo de ti,

el fiel,

el que me tiende la mano cada día,

para no parar mi camino.

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