TIEMPO ORDINARIO
Miércoles 12º
LECTURA:
“Mateo 7, 15-20”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis.
A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis.
MEDITACIÓN:
“Por dentro”
No cabe duda de que hay cosas y actitudes que podemos ocultar o disimular, pero tarde o temprano terminan mostrando su verdadero rostro. Lo estamos viendo cada día. Personas aparentemente honestas y que de repente se descubre que detrás había toda una realidad de engaño. Esto si nos vamos a situaciones de ámbito más público o social. Pero lo mismo podemos descubrir en ámbitos más cotidianos y aun en nosotros mismos. Nos es fácil mostrar una cara cuando en realidad detrás se esconden actitudes que no aguantan las consecuencias de unas relaciones positivas, estables, sinceras, duraderas.
Por eso, frente a esos que pueden mostrarse con piel de oveja más o menos tiempo sin ser descubiertos en sus intenciones, Jesús une los del ejemplo del árbol que a la hora de los frutos, a la hora de la verdad, muestran al exterior lo que llevaban por dentro, lo que ahora sus frutos ponen de manifiesto. Porque, es cierto, donde hay algo que no está sano por dentro difícilmente puede manifestarse sano por fuera. Cualquier enfermedad que portemos en nuestro interior, se manifiesta fuera de una manera o de otra.
Por eso Jesús, tenemos que recodarlo una vez más, mantiene su empeño de ayudarnos a mirar y a sanar nuestro interior. Y eso significa cuidarlo, trabajarlo, hacer opciones, ser capaces de decir sí o no a unas cosas o a otras, porque es así como vamos conformando aquello que queremos hacer de nosotros. Pienso que es una realidad que palpamos con una claridad meridiana porque nos encontramos ante ella cada día.
Como nos dice Jesús, dentro de nuestro se “cuecen” constantemente actitudes positivas y negativas. Y esa realidad que portamos la podemos ver como un riesgo, que lo es, o como una oportunidad de nuestra libertad que, ante todo un abanico de posibilidades, tiene la oportunidad de optar desde la libertad por aquello que lo puede construir o destruir. Si tal vez no tuviésemos esa posibilidad no podríamos ejercitar nuestras opciones libres.
Desde ahí y desde lo que experimentamos en nosotros mismos, debíamos de ser capaces de valorar nuestras actitudes y sus consecuencias para asumirlas, con resignación como parte de una forma de ser imposible de cambiar, o como todo un proyecto, una tarea posible, para potenciar aquello que descubrimos que nos hace y hace bien, e ir desechando aquello que experimentamos también nos impide desarrollar lo que decimos querer. Y ahí nos encontramos con el ámbito de nuestra verdad, de nuestro entender la vida como tarea, como algo que cuidar, potenciar y sanar.
Es cierto que somos portadores de muchas heridas que se nos han producido de mil maneras a lo largo de nuestra existencia. Muchas de ellas o de sus cicatrices condicionarán nuestra historia y nuestras posibilidades, pero ello nunca podrá anular del todo, salvo caso de enfermedad, entendida de forma amplia, nuestra capacidad de seguir trabajando nuestro interior, de ir modelándolo según nuestro querer y, de un modo especial, del querer de Dios. Y esto lo hacemos desde nuestro interior o tendremos el riesgo de quedarnos en la superficie. A que no sea así Jesús nos quiere seguir ayudando y llamando.
ORACIÓN:
“Más atención”
Por falta de recordárnoslo no será, Señor. Creo que en el fondo ya lo sabemos, pero preferimos hacer oídos sordos a ti y a nosotros mismos. Porque nos sigue costando entender que somos tarea, que no estamos hechos y, sobre todo, que lo que no podemos hacer es pensar que si avanzamos es porque sí, como por espontaneidad, sencillamente porque lo espontáneo no sabe a dónde va o a dónde quiere ir. La dirección, el proyecto, lo marcamos nosotros, y vamos en busca de él o no viene solo. Tal vez lo sabemos, pero nos cuesta encauzarlo, darle forma, liberarlo de muchas ataduras con las que nos enfrentamos de mil tipos. Solemos andar perdidos, y no sabemos qué voces seguir y hasta puede ser que ni sepamos cuál es la nuestra. Y tal vez sea malo, pero también nos obliga a intentar poner más atención en nosotros, sobre todo cuando podemos palpar la negatividad de nuestros actos y los de los otros. Por eso, Señor, ayúdame a potenciar lo que llevo de bueno en mí; y, sobre todo, a sentir que ese posible esfuerzo, esa búsqueda, hecha a veces de fracasos, forma parte de mi empeño al que no quiero renunciar para descubrirme cada vez más yo mismo, pero desde ti. Gracias, Señor.
CONTEMPLACIÓN:
“Raíz de esperanza”
Está dañado mi árbol, Señor,
y de él sale un poco de todo;
pero a veces nos sale nada,
y no sé si está enfermo
o está ya muerto.
Y miro dentro de mí
para atisbar un latido de vida,
para descubrir que todavía
hay un espacio de tierra buena
que no dejas que se pierda,
donde puede seguir arraigando
una raíz de esperanza
a la que tú le abres camino
para que dé su fruto.
Deja una respuesta