Miércoles de la Semana 1 de Cuaresma – 3

CUARESMA

 

Miércoles 1º

 

 

LECTURA:           

“Lucas 11, 29‑32”

 

 

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.

Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.

Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.»

 

 

MEDITACIÓN:            

“Como Jonás”

 

            Y vuelven a aparecer los signos, y ante ellos la misma respuesta de Jesús, no hay signos, y si los hay son de tal calibre que solamente los perciben aquellos que quieren acogerlos como tal.

 

            Y es que esto es universal. Cuando alguien no quiere darse por enterado de algo, ya se le pueden presentar signos y argumentos de todo tipo que ninguno servirá absolutamente para nada.  Es algo que forma parte de lo cotidiano de nuestras relaciones y de nuestros diálogos de sordos. Por algo repetiría Jesús a menudo de que para qué nos sirven los ojos si no vemos y los oídos si no oímos.

 

            Frente a todos aquellos que se empeñan en no querer reconocer el valor de su palabra y de su mensaje, Jesús no tendrá más que la respuesta contundente de aquellos que les ha bastado una palabra para reconocerse en su verdad y dar un paso o un vuelco a su vida. Como Jonás en Nínive.

 

            Los ninivitas no necesitaron en aquel momento más argumentos. Jonás, un desconocido y además de otra religión, se presenta denunciando sus vidas corruptas y avisándoles que así van a la perdición. No hay más palabras, más gestos, ni más insistencias. A aquellos hombres les quedaba no hacer caso, expulsar a ese extraño que aparece amenazando y alterando su vida, o tener el valor de reconocer que era verdad, de que asumían un cambio o aquello iba por mal camino. ¡Y se convirtieron!

 

            Jesús ofreció y nos ofrece su palabra, su anuncio, su buena  noticia. No hay amenazas, no suele ser su estilo, pero su anuncio suena en muchos casos a denuncia, y ahí sólo cabe, como en Nínive, la capacidad para pararse a analizar la verdad de sus palabras o sentirse molesto, irritado, atacado, herido en las convicciones y, por lo tanto, acogerlo o rechazarlo.

            Todavía se podría decir más, porque Jesús tiene una diferencia con respecto a Jonás, porque no sólo habla sino que actúa. Sus palabras vienen enmarcadas en el ámbito de su vida, y no sólo por los signos o milagros que pueda hacer, sino por su forma de ser signo él mismo. Signo del amor de un Dios que se acerca al hombre herido y manifiesta toda la fuerza de su misericordia, todo su empeño liberador, y eso, precisamente eso, es lo que molesta, lo que parece que no encaja en sus imágenes de Dios, lo que a la hora de la verdad nos puede molestar a nosotros mismos.

 

            Y esta cuaresma quiere ser un nuevo encuentro especial o una parada ante la realidad de Jesús, para seguir descubriendo si su persona, toda su realidad, me permite crecer y ampliar el ámbito de mi corazón o si me lo reduce. Eso exige mucha sinceridad, mucho valor, mucha humildad y mucha honradez para no echar el balón fuera a través de toda una serie de justificaciones. No es de extrañar que prefiramos no hacerle caso, pero en ello nos sigue yendo mucho, y merece la pena aprovechar este tiempo de gracia.

 

 

ORACIÓN:           

“La coherencia de nuestra fe”

 

            Tengo la impresión, Señor, de que no nos bastan ni tus palabras ni tus signos. No nos bastan porque en el fondo te acogemos lo justo, lo justito. Al menos nosotros que vivimos en una realidad relativamente cómoda de cristianos de países desarrollados. Porque si nos asomamos a otros espacios del mundo, estamos viendo la fuerza de la fe de un montón de hermanos nuestros cristianos, que están dando testimonio de su fe en un ambiente tremendamente hostil, de persecución y de muerte, si renegar de ella, sin renegar de ti. Los signos que les están llegando son los de la cruz y la abrazan. Son ellos hoy, gente sencilla, quienes al hablar de signos nos están diciendo que les miremos y que a través de ellos te escuchemos, y abracemos la coherencia de nuestra fe como testimonio de vida y de amor. Como siempre, ellos son, y no los verdugos, o los indiferentes, quienes siguen aportando esperanza  a la vida y a la historia, aunque nadie lo reconozca. Son signos de Jonás. Signos para mí aunque esté muy lejos de su entrega, o precisamente por ello. Gracias por ellos, Señor.

 

 

CONTEMPLACIÓN:           

“Tu empeño”

 

La lluvia de tu palabra

se vierte en el desierto

 de mi tierra árida

y resquebrajada,

empeñada en hacer brotar

esa semilla de vida

que has plantado en su seno,

y que la sabes capaz

 de romper esa capa dura

de su cerrada terquedad.

Hasta que un resquicio de verdor,

forjado en ese tu empeño,

puja por romper mi suelo

y augurar que en mi corazón

todavía cabe la cosecha.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.