Semana 1 Sábado B

TIEMPO ORDINARIO

 

Sábado 1º

 

 

LECTURA:            

Marcos 2, 13-17”

 

 

En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él y les enseñaba. Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: Sígueme. Se levantó y lo siguió.

Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían un grupo de

recaudadores y otra gente de mala fama se sentaron con Jesús y sus discípulos.

Algunos letrados fariseos, al ver que comía con recaudadores y otra gente de mala

fama, les dijeron a los discípulos: ¡De modo que come con recaudadores y pecadores! Jesús lo oyó y les dijo: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar justos, sino pecadores.

 

 

MEDITACIÓN:             

“Se levantó”

 

            Me gustan los verbos de movimiento. Tal vez porque tenemos una tendencia a sedentarizarnos, a sentarnos, a acomodarnos. No, no significa que nos quedemos estáticos como una piedra, porque en la vida, el movimiento es mucho más que moverse o andar. Uno puede ser muy ágil, correr grandes carreras, y permanecer parado; y otro puede estar atado a una cama y tener más movimiento dentro de sí y más vida que el mejor plusmarquista.

 

No pretendo desacreditar nada, simplemente decir algo que todos sabemos aunque no lo digamos, que podemos vivir y en realidad estar muertos o adormecidos, o aborregados, o cómodamente pegados a lo que hemos hecho o querido hacer de nosotros sin más posibilidades de dejarnos sorprender por la vida, por nosotros mismos, por los otros, o por Dios.

 

            Si con algo nos vamos a encontrar en Jesús es con el movimiento. Jesús ha venido a movernos, a mover sobre todo nuestro interior, a desatar todos esos lazos que nos han echado o que nos hemos puesto nosotros mismos, y con los que nos sentimos tremendamente a gusto porque no nos exige nada más que lo que ya venimos haciendo, y esto es lo más normal del mundo. Por eso Jesús molesta, lo desechamos, o lo negamos. ¡Que nos deje cómodamente tranquilos y que se quede en su cielo lejano y distante! Y sus seguidores a la sacristía o… a los leones. Y todavía andamos moviéndonos por ahí en medio de nuestras llamadas a las libertades.

 

Por eso me gusta cuando Jesús llama, coge de la mano, levanta, invita a andar, aunque sea con la camilla a hombros, cuando pide a salir a uno de sus apegos, a salir de su tierra, a dejarse sorprender de aquello que puede interpelarle y hacer que su vida dé un giro que antes le hubiese parecido impensable o imposible. Pero Dios es así de sorprendente, y pone a prueba siempre nuestra capacidad de sorprendernos, hasta poder parecer otros y experimentar esa alegría que nunca hubiésemos imaginado.

 

            No parece que van por ahí los tiros y nos tenemos que conformar con sorprendernos de nuestra capacidad inagotable de enquistarnos, de cerrarnos, de bloquearnos, de degradarnos. ¿Negativo?, puede ser. Y llamada a abrir también los ojos porque puede ser que algunos árboles, sin darnos cuenta, nos estén impidiendo ver toda la belleza del gran bosque que hay detrás lleno de vida.

 

            Sea como sea, hoy nos llega esta invitación hecha a este hombre bien asentado que fue capaz de levantarse ante la llamada de Jesús, dejar su comodidad y seguridad y ponerse a andar terrenos nuevos que le permitían intuir que un nuevo amanecer podía producirse milagrosamente en él. Y es que Dios es así cuando nos fiamos de él.

 

 

ORACIÓN:           

“Gotas de paz y de bien”

 

            Señor, sí, levántame. La vida, los años, las experiencias, muchas veces en lugar de activarnos nos van apagando, como si las pilas se fuesen gastando, y no hubiese ya más respuesta que la de esperar que se agoten del todo. Y eso no entra en tus parámetros. Has venido a traernos vida, anhelos de vida  que no tienen final, aunque se nos apaguen las fuerzas y la propia vida parezca que se nos escapa. No quieres hombres y mujeres enquistados, agotados, empobrecidos, limitados, cerrados, y nos abres posibilidades de seguir creciendo, descubrir nuestra capacidad infinita de humanidad, recreada cada día en esos miles gestos sencillos de amor que dan paso y poso a nuestra historia que parece que se nos rompe o que queremos romper, en esa anemia de amor que no sabemos conquistar. Quiero vivir y mantenerme vivo, quiero seguir aprendiendo a poner gotas de paz y de bien. Ayúdame a saber hacerlo. Gracias, Señor.

 

 

CONTEMPLACIÓN:           

“Creado libre”

 

Vienes a levantarme,

no me quieres doblegado,

ni pegado ni atado.

Me has creado libre,

libre para el bien,

para la bondad,

para dar cabida al amor

que rompe barreras

en mi ser de barro.

Me has hecho hombre

de corazón erguido,

y de pie ennoblecido.

 

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