26 Diciembre: San Esteban

publicado en: Adviento y Navidad, Fiestas, Lectio divina diaria | 0

TIEMPO NAVIDAD

 

Día 26: San Esteban

 

 

LECTURA:           

“Mateo 10, 17-22”

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles.

Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.

Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán.

Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.»

 

 

MEDITACIÓN:            

“No os fiéis”

 

            Parece como un poco contradictorio escuchar esto de labios de Jesús cuando acabamos de celebrar su venida, su cercanía, su acampar entre nosotros. Cuando se acaba de hacer ternura de niño para que lo podamos acoger sin miedos y descubramos en él el verdadero rostro de Dios. Pero parece que no nos gusta Dios ni cercano ni lejano, nos basta con ponernos nosotros en su lugar, para que seamos nosotros quienes elijamos el camino sin que nadie nos tenga que decir nada. Nosotros nuestros propios salvadores.

 

            Jesús y los suyos van a experimentar el rechazo a Dios, por lo menos al Dios que no esté hecho a nuestra imagen y semejanza, con todas sus consecuencias dramáticas envueltas en engaños y segundas intenciones, que no soporta la voz de quien le muestra su propia verdad.

 

            Por eso Jesús tendrá que pedir a los suyos que no se fíen de la gente. No, pienso que no está hablando de mera desconfianza, creo que no llega ahí la intención de Jesús, sino, de nuevo, de esa sagacidad y prudencia para no caer en la ingenuidad y hagan pensar que el cristiano es bobo. Eso no lo fue él, y no lo podemos ni debemos ser nosotros. La bondad y el bien no nacen de la estupidez, sino de la sensatez y, por ello, capaz de asumir con decisión las consecuencias de sus actitudes.

 

            La llamada de Dios sigue siendo una invitación a la cercanía, a ser portadores de una buena noticia que está llamada a enriquecernos y beneficiarnos a todos, hasta transformar nuestro propio corazón y nuestra historia. Nos exigirá valentía y coherencia, pero también sensatez y prudencia, y en esa tensión estará siempre el Señor ofreciéndonos su decisión, su fuerza y su paz.

 

            Por eso, la primera fiesta que la Iglesia ha querido poner después del nacimiento de Jesús, es la del martirio de Esteban, para que no nos dejemos llevar por el romanticismo de unas fiestas pintadas de rosa, y no olvidemos que ese acontecimiento nos llama a implicar nuestra vida en una de las tareas más ambiciosas: ser portadores de la realidad de un Dios que nos ama, que quiere enseñarnos a amar y humanizar nuestra historia. Mientras nos quedamos en la corteza, Dios nos invita a penetrar en la hondura de nuestro corazón y de nuestra capacidad de acogerlo en el devenir de cada día de nuestra vida, con realismo, sin ingenuidad, y con esperanza incombustible en este Dios que camina con nosotros.

           

 

ORACIÓN:              

“No te vayas”

 

            Señor, tu palabra  y tu presencia nos llegan como fuerza de vida, como luz para iluminar tantas sombras que acumulamos, como esperanza que nos abre esos horizontes que no podemos abrir por nosotros mismos, aunque parece que no nos interesas lo suficiente y hasta nos molestas. Nos queremos autónomos, pero si existes que sea haciendo milagros a “troche y moche”. Me pregunto si sabemos lo que queremos, o si quereos lo que sabemos. Con todo, Señor, tu vida seguirá resonando como fuerza que llama a la vida, aunque muchos quieran acallarla, incluso yo en algunos momentos. No te vayas, Señor, sigue en medio de nosotros aunque pasemos indiferentes ante ti, aunque te rechacemos, aunque no sepamos o no queramos descubrir ni acoger la belleza transformadora de tu amor. Desde tu grito y tu silencio sigue siendo nuestro guía. Gracias, Señor.

           

 

CONTEMPLACIÓN:          

“Confío en ti”

 

De ti me fío, Señor,

aunque todo parezca oscuro,

y no descubra tu voz;

aunque la noche se haga larga

en el camino de mi existencia;

aunque me venza la realidad,

confío en ti, Señor.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.