Semana 32 Sábado A

TIEMPO ORDINARIO

 

Sábado 32º

 

 

LECTURA:        

Lucas 18, 18”

 

 

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.

En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: «Hazme justicia frente a mi adversario»; por algún tiempo se negó, pero después se dijo: «Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara».

Y el Señor añadió: Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche? ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?

 

 

MEDITACIÓN:        

“Hazme justicia”

 

 

            Es delicado cuando nos queremos quedar en la literalidad de los ejemplos y en su mera materialidad,  porque sabemos que Jesús siempre va más allá. Y, porque una cosa es su respuesta y otra los condicionamientos humanos en los que estamos inmersos que hacen que no podamos experimentar esa acción de Dios en nosotros. Por eso, lo importante será ser capaces de entender y de captar que Dios responde, que Dios ha respondido ya con su vida al grito de las injusticias que podamos sufrir. La respuesta de Dios no se hace esperar y se ha realizado plenamente en Jesús.

 

 

            No hace falta sino asomarnos a la historia de la salvación y, sobre todo, recorrer la realidad de Jesús para descubrir que Dios está siempre de nuestra parte. Que las injusticias que hacemos o padecemos no vienen de él sino de nosotros. Y que él, ha respondido a nuestro grito de dolor poniéndose de parte del débil del que sufre, del que es marginado o explotado de cualquier manera. Dios nos ha respondido de forma plena en Jesús dando su vida, y con su muerte y resurrección ha dictado ya su sentencia de condena del mal, y del triunfo de la justicia, que si el hombre no nos permite realizar, en Dios se culminará o se hará efectivo en su día como respuesta de su salvación universal, y de la victoria definitiva del bien sobre el mal.

 

            Puede parecernos una respuesta teórica o lejana, pero es real. Aunque los hombres sigamos experimentando la fuerza apabullante del mal; aunque el dolor que somos capaces de generar sigue golpeando la historia con sus efectos físicos, morales o psicológicos,  Dios ha dictado su sentencia a favor del hombre herido, Lo vemos plasmado en la bienaventuranzas. Y desde ahí nos induce  a seguir apostando por la justicia, por la paz, por el amor, que ha sido, es y seguirá siendo su respuesta hasta que llegue el momento en que todo tenga que confluir definitivamente en él.

ORACIÓN:          

“Del lado del que sufre”

 

 

            No está el problema en tu respuesta sino en nuestra sordera, en nuestro empeño por centrar la vida exclusivamente en nuestros intereses. A ti también te gustaría que pudiésemos experimentar inmediatamente la realización de toda justicia, pero lo que está hecho por tu parte tenemos que esperar a que nosotros dejemos el paso libre o a que se consume al final del tiempo. Tal vez para muchos no sea consuelo, porque parece que siempre esperamos milagros, pero en medio de esta realidad que nos toca vivir, con sus luces y sombras, saber que alguien, mejor dicho, que tú, estás siempre del lado del que sufre injustamente, sea de la forma que sea, es lo más consolador y el apoyo de nuestro seguir adelante en medio de cualquier tipo de dificultad. Gracias por tu escucha y por tu acogida salvadora.

           

 

CONTEMPLACIÓN:             

“Eres mi Padre”

 

 

Sé que no eres sordo

a mis gritos de dolor.

Aunque todo se oscurezca

y sienta que no hay salida,

y se resquebraje mi espacio,

sé que mi palabra te llega

y que tu amor me alcanza.

Tengo la certeza de que tú

no eres mi juez,

eres mi Padre y me salvas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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