Semana 32 Martes A

TIEMPO ORDINARIO

 

Martes 32º

 

 

LECTURA:                

Lucas 17, 7-10”

 

 

En aquel tiempo, dijo el Señor: Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: «Enseguida, ven y ponte a la mesa? » ¿No le diréis: «Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo; y después comerás y beberás tú? » ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: «Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer».

 

 

MEDITACIÓN:             

“Pobres siervos”

 

 

            Seguramente la frase no nos guste en sus términos. Nadie nos consideramos siervos, ni nos encaja la palabra pobres que no nos suena bien. Jesús no puede eludir la realidad social en la que vive, pero creo que podemos entender muy bien el mensaje.

 

            Jesús nos está hablando de la capacidad de cumplir con nuestro deber, porque, aunque no nos guste hoy más que hablar de derechos, también tenemos deberes y obligaciones. Y si tuviésemos que actualizar la frase, Jesús nos estaría diciendo que tenemos que ser o estamos llamados a ser “personas coherentes” que son capaces de llevar a efecto sus responsabilidades; responsabilidades que tenemos a nivel laboral y social, pero también desde la coherencia de nuestra fe, que es donde Jesús nos quiere llevar.

 

            Es esa fe en él la que nos lleva a seguir sus pasos, a entender la vida desde su mensaje de salvación, la que nos urge a dar forma al reino de Dios en nuestra vida. No es él quien nos tiene que dar las gracias por seguirle, somos nosotros los que tenemos que hacer de nuestra vida una acción de gracias continua por haber experimentado su amor salvador volcado en nosotros, que es quien da sentido a nuestra existencia y a nuestra historia. Y es esa acción de gracias la que nos debe llevar a la coherencia de nuestro seguimiento.

 

            Estamos llamados a la fidelidad de nuestro ser cristianos. A tratar de hacer que cada día compartamos más y mejor los sentimientos y el hacer de Cristo. Nuestro ser portadores de bien, nuestra capacidad de dar forma y de expresar el mandamiento del amor, desarrollar nuestra sensibilidad hacia los más necesitados, aprender a hacer de nuestra vida una forma de don para todos, servicio desinteresado a Dios en los otros, y desde ahí ser estimuladores de esperanza y de alegría, como algo propio de quien ha encontrado en Cristo el sentido de su existir.

 

            Todo eso es lo que expresa nuestro ser “pobres siervos”, hombres y mujeres coherentes, gozosamente coherentes, humildemente servidores, portadores también de nuestras pobrezas pero deseosos de ir ganando terreno a todo aquello que nos pueda impedir ser lo que deseamos ilusionadamente ser; pobres siervos o ricos hijos de un Dios amor que nos ha salido al encuentro de nuestra historia y nos ayuda a construirnos y a construirla.

 

           

ORACIÓN:             

“Actitud de servicio”

 

 

            Señor, nos has encomendado una tarea, la de continuar tu obra, la de hacerte presente, la de seguir siendo instrumentos de tu presencia y de tu amor capaz de volcarse en los acontecimientos de cada uno de nuestros días. Nos invitas a desarrollar nuestro sí a tu seguimiento, a tu mandamiento del amor y, desde él, aprender a hacer de nuestra vida una actitud de servicio, no de esclavitud, sino de don gozoso que se sabe, humildemente, constructor de la dignidad humana. Ayúdame, Señor, para que no lo olvide. Ayúdame para que lo viva como gozo, como proyecto de vida. Porque la vida no se hace sola ni de cualquier manera, el bien nos surge por espontaneidad, se elige, se busca y se construye día a día, y así nos humaniza. Ayúdame, Señor. Gracias.

           

 

CONTEMPLACIÓN:           

“Me enriqueces”

 

 

Tú no me empobreces, Señor,

tú me enriqueces

y me descubres la grandeza

de mi ser en ti y desde ti.

Eres tú quien abre mi corazón,

el que lo humaniza cada día

hasta convertirlo en tesoro

que se comparte y se regala.

Eres tú quien me descubres hijo

y quien me va adentrando

en una historia inacabable de amor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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