No sabes contar, Señor,
no llevas cuenta,
porque si llevases cuenta,
como dice el salmo,
“quién podrá resistir”.
De ti procede el perdón,
y ese perdón fruto de tu amor,
me salva y me sana,
me empuja y me eleva,
me humilla y me enaltece.
Sí, no sabes contar,
sólo sabes amar,
y ese amor es mi vida.