Sé que me sostienes,
que sustentas cada paso
incierto de mi vida incierta.
Eres el cayado y el motor
que me empuja y guía;
la brisa que suaviza
la sequedad de mis miedos,
la voz cálida que resuena
en mi interior tembloroso
ante el misterio de la vida
que a veces me domina.
Eres la mano que me aferra
en mi calvario y agonía,
y el silencio duro y dulce
que me acoge en tu regazo.