Semana 12 Martes A

TIEMPO ORDINARIO

 

Martes 12º 

 

 

 

LECTURA:             

Mateo 7, 6. 12-14”

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros.

Tratad a los demás como queréis que os traten; en esto consiste la ley y los profetas.

Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.

¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.

 

 

MEDITACIÓN:             

“Como queréis que os traten”

 

 

            Jesús parece querer recordarnos actitudes que tienen como base el sentido común o las más lógicas normas de convivencia, pero que, es cierto, se nos escapan. No sé por qué, pero se nos escapan aquellas actitudes que parecen más elementales y que, además, están llamadas a redundar en un bien directo para nosotros.

 

            Lo que sucede es que muchas veces, las cosas no son tan lógicas ni tan elementales, y las tenemos que convertir en llamada, en toque de atención, en tarea consciente y deseada, porque no siempre actuamos así. No siempre respondemos o se nos responde de la misma manera, ni siempre, y no me atrevo a decir que casi nunca, encontramos respuestas a la medida de las nuestras, y muchos gestos de bien son mal acogidos, mal respondidos, mal interpretados. Y eso termina generado una especie de efecto “boomerang” que termina volviéndose contra nosotros o contra los otros.

 

            Y, desde ahí, Jesús eleva a categoría de ley divina, de llamada profética, a ese modo de responder a nuestras relaciones. Todo el mensaje reflejado en la ley y los profetas no está encaminado a crear no sé qué actitudes espirituales, sino la base de unas relaciones humanas que hagan posible crear lazos de justicia, de bien, de coherencia, simplemente tratando a los demás como queremos que ellos nos traten. Y eso se debía convertir en punto de partida de nuestras actitudes.

 

            Poco a poco, Jesús irá a más, y nos dirá que es desde ahí, desde donde tienen que arrancar nuestras actitudes, sean cuales sean las respuestas de los otros. Desde el punto de apoyo del amor gratuito, se nos llama a poner siempre, a ofrecer actitudes de bien y a no dejarnos llevar ni desanimar por las respuestas negativas. Toda su vida es un ejemplo de ello. Hacer el bien siempre. Ser capaces de mirarnos primero a nosotros mismos, como nos decía ayer, para ajustar nuestros modos de hacer, porque, al fin y al cabo, donde nos jugamos lo que somos, lo que queremos ser, está y parte de nosotros. La de los otros no está a nuestro alcance, está en el de ellos.

            El riesgo del cansancio, de la desilusión, puede ser una tentación en muchos momentos, por eso nuestra referencia a él, nuestra capacidad para descubrir que su respuesta para con nosotros es siempre de bien, tiene que conformar nuestro punto de apoyo, nuestro asentamiento en el bien, en la bondad, en la transparencia y limpieza de nuestro corazón. Actuar como queremos que los otros lo hagan debe ser para nosotros el punto de partida, sin cansarnos nunca de hacerlo, porque ese será nuestro mejor testimonio, a pesar también de nuestras limitaciones, y hasta puede que incoherencias, supeditadas por tantas cosas, y la satisfacción y la paz interior de nuestro corazón.

 

 

ORACIÓN:               

“Tu deseo de humanidad”        

 

 

            Parece elemental, Señor, y sin embargo, se nos hace difícil. Somos complejos y parece que lo sencillo, lo lógico, lo que suena a sentido común, se nos escapa casi sin darnos cuenta.  También la capacidad de desanimarnos aparece pronto. La decepción y el desencanto hacen mella fácil en nosotros, y el ambiente también nos condiciona y nos hace sentirnos tontos si no entramos en esa corriente. Pero desde ti todo esto se convierte en llamada. Sigues clamando por nuestras actitudes humanas. Si no partimos de ellas poco podemos construir encima. Te has encarnado, te has hecho hombre, para enseñarnos a hacernos hombres, para enseñarnos humanidad; y, a veces, parece que nos negamos a aprender. Señor, enséñame, ayúdame. Mantén vivo mi deseo en ti y tu deseo de humanidad en mí. Sé que contigo, aunque me cueste, puedo. Gracias, Señor.

 

 

CONTEMPLACIÓN:                

“Mirarme en ti”

 

 

Mirarme en ti como en un espejo,

dejar que me contagie tu figura,

soñar con tus sueños sobre mí

hasta que se conviertan en mis sueños,

hasta que se encarnen en mí,

hasta que mi imagen refleje la tuya,

como las orillas se reflejan en el agua,

como el cielo presta su color al mar.

Quiero ser así, aunque los vientos

empujen mi barca y las olas la sacudan,

así quiero ser contigo y desde ti.

 

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