Semana IV de Pascua – Jueves 1

JUEVES IV DE PASCUA

 

LECTURA:     

Juan 13, 16‑20”

 

 

Cuando Jesús acabó de lavar los pies a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro, el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: «El que compartía mi pan me ha traicionado.» Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy.

Os lo aseguro: El que recibe a mi enviado me recibe a mí; y el que a mí me recibe recibe al que me ha enviado.»

 

 

MEDITACIÓN:           

“Dichosos si lo ponéis en práctica”

 

 

            Es importante conocer el orden de las cosas, cuando ese orden se trastoca todo se altera, y eso lo estamos percibiendo constantemente en un montón de realidades que, al final, hacen que las cosas no funcionen o funcionen mal y se generen muchos problemas.

 

            Jesús se atreve hasta a lanzar una de esas bienaventuranzas que desmiga a lo largo de todo su mensaje. Y así nos llama dichosos si somos capaces de poner esto en práctica. Es decir, en este caso, si tenemos presente que no es el enviado mayor que el que lo envía, que somos nosotros quienes estamos al servicio de Dios y no Dios al nuestro. Que él está antes que nosotros y no nosotros antes que él.

 

            Nos gusta manipular las cosas, más o menos conscientemente, hacerlas a nuestro estilo, aunque eso suponga tergiversar los valores. Nos gustaría tener un Dios a nuestra medida. Ése es el problema de siempre y, por eso, nos cuesta conectar con él, nos cuesta descubrirle, como fueron incapaces de hacerlo muchos y de eliminarle, porque no encarnaba el concepto de Dios que ellos tenían o querían. Igual que hoy en muchos ámbitos.

 

            Queremos seguir teniendo un Dios tapagujeros, que nos resuelva los problemas, que nos solucione la vida a base de milagros, que cure todas nuestras enfermedades, que elimine automáticamente todo el mal que generamos. Miramos siempre fuera y a lo material, pero no somos capaces de darle plena cabida en nuestro  interior para dejarle que nos transforme desde dentro, para poner en marcha todas nuestras capacidades para crear un mundo humano y humanizador. Lo desterramos como potencial de vida y lo reivindicamos  como mago. Lo rechazamos como posible injerencia en nuestra pretendida autonomía, que nosotros sí nos atrevemos a penetrar y romper, pero le echamos en cara que no actúe más “milagrosamente”.

 

            Al final, todo es manifestación de nuestro pretender manipularlo, de que todo parta de nosotros. Y hoy Jesús nos quiere recordar que todo parte de él. Y que cuando dejamos que sea así, las cosas cambian en su forma de ser y funcionar. Cuando Dios es el primero, cuando nos sabemos enviados por él, estamos en posibilidad de construir algo nuevo que se apoya en el anhelo de paz, de vida, de bondad, de perdón, de libertad, de humanidad. Cuando prescindimos de él o lo relegamos a aspectos puntuales de nuestra cotidianidad superficial, no sólo no avanzamos sino que tenemos el riesgo de destruirnos. Por eso, sí, dichosos si esto que escuchamos y sabemos, lo ponemos en práctica.

 

 

ORACIÓN:           

“Construir mi vida”

 

 

            Señor, decimos que sí pero tengo la sensación de que a la hora de la verdad no tenemos las cosas tan claras. Nos cuesta dar el paso de la teoría a la práctica, y eso es precisamente lo que hoy ensalzas. Las ideas parece que nos van bien, las tenemos abundantes,, y si tienen que cumplirlas los demás, más claras aún. Pero lo cierto es que a la hora de la verdad nos gustaría que funcionases a nuestro estilo. Mientras todo va bien, pues bien, pero cuando las circunstancias se nos cruzan y nos muestran su lado más complejo o doloroso, todo se nos viene abajo. Señor, ayúdame a acoger tu fuerza, ayúdame a entender que tengo que aprender a construir mi vida y mi historia, desde ti, que soy yo quien tiene que poner en juego todo lo que soy y que tú eres quien me empuja y quien lo llena todo de sentido, incluso el dolor que nos desborda. Ayúdame, Señor. Gracias.

 

             

CONTEMPLACIÓN:           

“Soy en ti”

 

 

Tú eres el creador

y yo soy la criatura.

Tú eres Dios

y yo soy hombre.

Tú eres el Padre

y yo el hijo.

Tú el salvador

y yo el salvado.

Tú eres el maestro

y yo el discípulo.

Tú eres

y yo soy en ti.

 

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