Semana 8 Lunes A – 14

TIEMPO ORDINARIO

 

Lunes 8º

 

 

 

LECTURA:     

Marcos 10, 17-27”

 

 

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le contestó: ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre. Él replicó: Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.

Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres─así tendrás un tesoro en el cielo─, y luego sígueme.

A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.

Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios! Los discípulos se extrañaron de estas palabras.

Jesús añadió: Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el Reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios.

Ellos se espantaron y comentaban: Entonces, ¿quién puede salvarse? Jesús se les quedó mirando y les dijo: Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.

 

 

MEDITACIÓN:            

“Eso lo he cumplido”

 

 

            Parece que ni antes ni ahora era y es muy fácil encontrar un joven así, tanto que Jesús lo miró con cariño. Y no sólo por el cumplimiento de los mandamientos sino por su “hambre de más”. Ese joven sentía que había algo más, que era capaz de más, que no le bastaba ni siquiera a él mismo lo que había hecho hasta ahora. Había inquietud en su corazón. Su empeño era culminar la vida con plenitud, con sentido y ello le hacía sentir que era necesario más, y quería. Pero, Jesús le desbordó

 

            No sé si sería por la envergadura de lo que le pedía o porque se salía del ámbito del cumplimiento. Aquel joven parecía dispuesto a cumplir más, es bueno, pero era cumplir. Cumplir puede dar seguridad, nos permite saber con más claridad dónde estamos y, por lo tanto, creer que con eso ya se es bueno. Esa fue la debilidad y el pecado de los fariseos.

 

            Y, por eso, cuando Jesús le plantea al joven no el cumplir sino el darlo y darse gratis, sin normas, sin sentir que se está cumpliendo algo escrito, no algo que brota del corazón, no podía hacer otra cosa que asustarse y echarse atrás. Le faltaba lo más importante,  descubrir la gratuidad. Lo que, tal vez, nos sigue faltando hoy. Por lo que hoy sigue habiendo muchas ausencias de respuestas. Jesús sigue invitando, llamando, pero….

            Y el tema no es sólo de ese joven, ni una cuestión meramente vocacional, tal como lo entendemos a una vocación específica. Sino una llamada a entrar en el ámbito de su seguimiento. Eso, exige entender la vida, a todos los niveles, no como cumplimiento de las cosas, de las normas, sino como donación de lo que somos para bien de todos. Así, sin más; o así, con más.

 

            Sería muy bueno que le preguntásemos a Jesús ¿y a mí, que me falta, qué paso me falta para entrar en el ámbito de tu discipulado, de mi compromiso de bautizado?¿qué me falta para salir de mí mismo e ir caminando hacia la realización de mi plenitud, de mi felicidad? Ojalá que no bajemos la cabeza y lo dejemos pasar con un tanto de pesar en el corazón, porque nos basta también simplemente con cumplir. No es poco, pero nuestra realidad humana y de fe nos invita a más. Y puede ser que todavía no hayamos descubierto la grandeza y la alegría de experimentarla. Jamás es tarde. Intentémoslo y dejémonos sorprender por nosotros mismos y por Dios.

 

 

ORACIÓN:              

“Amplitud de miras”

 

 

            Es fácil examinarnos de las normas que cumplimos o no, pero es más complejo examinarnos del amor, de nuestra gratuidad, que no se decide ni se agota en un mandamiento, porque no agota un aspecto de nuestra vida, sino todas las actitudes de nuestra vida, sin ningún tipo de límites que lo enmarquen. Pero necesitamos tener controlado todo o preferimos vivir al margen de todo, una cosa y otra nos mete en nuestro ámbito personal de seguridad o de indiferencia que, para el caso es algo parecido en sus consecuencias. Es también, Señor, mi reto. Yo también acudo muchas veces a las normas para repasar mis actitudes, sin darme cuenta que, tal vez, es una forma de evadirme, de no afrontar, de no querer afrontar toda mi verdad. Si, lo sé, Señor, hace falta valor y un corazón sincero, abierto, ilusionado, noble, generoso, con amplitud de miras, hacia los lados y hacia arriba. Ayúdame, Señor. Gracias.

 

 

CONTEMPLACIÓN:                  

“Mi música interior”

 

 

Quiero extender mi mano

y poder tocar lo mejor

de mi música interior.

Quiero afinar las cuerdas

de la melodía de mi vida,

que tiene su inspiración en ti,

para arrancar un canto de amor,

que haga vibrar

los entresijos de mi ser

hasta convertirse

en gozoso don de mí.

 

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