TIEMPONAVIDAD
Día 26: San Esteban
LECTURA:
“Mateo 10, 17-22”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán.
Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.»
MEDITACIÓN:
“El que persevere”
Sí, sabemos que con todo nacimiento está ya en marcha la realidad de la muerte. Y así, junto a ese inicio de vida que celebrábamos ayer, nos asomamos hoy a la realidad de la muerte, no ya como algo natural, sino como rechazo abierto a la vida. Junto al Viviente por excelencia, al que es la Vida y la Luz, como lo proclamábamos ayer, el rechazo de quienes sienten peligrar sus seguridades, sus intereses, tal vez sus valores, incapaces de abrirse a una luz nueva capaz de engendrar vida nueva.
El mismo Jesús será el primero en experimentarlo, y Esteban será el primer discípulo en seguir las huellas del maestro. El primero de una larga lista que se extenderá hasta nuestros días.
Metidos en esa dolorosa realidad resuena la voz de Jesús de un modo que puede parecer desconcertante, pero con la que quiere preservarnos de la ingenuidad, no de la bondad, al decirnos que no nos fiemos de la gente. No, no se trata de vivir desde la desconfianza sino desde el realismo, y de saber discernir el modo y los momentos de nuestro testimonio, como él. Porque el bien está siempre ahí dispuesto a acoger, pero el mal también, dispuesto a eliminar.
En medio de esa realidad que el Señor no nos oculta y que ya viene avalada para nosotros por la historia, Jesús nos invita a mantenernos fieles, a perseverar. No es una palabra muy de moda, y si encima la unimos a las experiencias de quienes han dado su vida, pues todavía la tentación de abandonar el barco, puede ser más fuerte. Pero es precisamente ahí y así como se refuerza y se consolida nuestra fe, y donde pone de manifiesto su verdad.
Esteban se mantuvo firme ante el rechazo y la violencia. No pudo por menos que dar testimonio de lo que vivía y experimentaba. Jesús había arraigado fuerte en su corazón. Y al final ése es el secreto. Sólo cuando algo se asienta fuerte en el corazón y encuentra en ello la razón de su vida puede asumir todas las consecuencias.
A veces nuestra fe y nuestro testimonio es frágil porque le falta la fuerza de la experiencia que marca y transforma nuestra vida y, por eso, los vaivenes del ambiente, nos condicionan. Jesús nos invita a perseverar, a mantenernos, a arraigar, a fortalecer, a experimentar la fuerza de su amor y de su presencia en nosotros que nos abre sus horizontes, como a Esteban, y los nuestros. Es la consecuencia de haber palpado la belleza de la encarnación, la fuerza de la vida y del bien.
ORACIÓN:
“La fuerza de la vida”
Señor, qué pronto tenemos que hablar de muerte. Pero con ella tenemos que hablar de vida, de vida que se da, de vida coherente, de vida hecha desde ti y apoyada en ti, de experiencia de vida que va más allá de nuestra materialidad y temporalidad, vida que se desgasta y se entrega en el amor. Y es duro, pero es hermoso, porque tú nos has descubierto la fuerza de victoria que tiene el hombre en el bien que, aún en medio de la muerte, se puede descubrir venciendo al mal y a la misma muerte. Gracias, Señor, por habernos traído la fuerza de la vida con tu vida, la grandeza del perdón con tu perdón, la belleza del bien en medio del horror que es capaz de engendrar el mal. Gracias, Señor, por ayudarme a descubrir dónde está la grandeza de nuestro ser humanos y, gracias por hacer ese camino a nuestro lado. Gracias, Señor.
CONTEMPLACIÓN:
“La Vida”
Más allá de la vida está la Vida,
más allá de la muerte está la Vida,
en la vida y en la muerte
late la Vida que la supera y la domina.
Y sólo tú eres esa Vida.
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