TIEMPO ORDINARIO
Martes 32º
LECTURA: “Lucas 17, 7-10”
En aquel tiempo, dijo el Señor: Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: «Enseguida, ven y ponte a la mesa? » ¿No le diréis: «Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo; y después comerás y beberás tú? » ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: «Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer».
MEDITACIÓN: “Pobres siervos”
Soy consciente de que recoger esta frase sería hiriente para muchos si nos quedásemos en ella literalmente. Nuestra realidad social ha cambiado, al menos a nivel legal, porque la servidumbre en el aspecto incluso más negativo que raya con la esclavitud sigue siendo tan actual como siempre. Y hasta hay situaciones laborales que todavía se pueden encuadrar ahí tristemente. Pero no hay en el texto connotaciones negativas, y perdernos en ellas sería una tontería, y el ejemplo nos viene muy bien para entender el mensaje, que me parece muy bonito.
Sí, porque al final da la sensación que nos hemos creado muchos derechos con muy poquitos deberes. Hasta de cara a Dios parece que podemos comprar sus premios. Hacemos ciertas cosas bien y el Señor nos paga con el cielo o con lo que sea. Así le entendían los fariseos comprando el favor de Dios con su cumplimento de normas, y así lo hemos vivido muchas veces nosotros. Somos buenos, o más cómodamente cumplimos con lo establecido, y así el Señor nos paga. Es decir, es Dios quien está obligado a responder en lugar de ser nosotros los que le respondemos a él y punto.
Ante todo ello, Jesús nos quiere recordar que con Dios sólo puede haber relaciones de gratuidad, como la suya, lo demás seguirá siendo gracia no pago. Es él quien ha salido el primero al paso de nuestra historia. Es él quien aún siendo nosotros pecadores nos ha amado y dado su vida por amor para salvarnos. Es él quien nos ha creado y nos ha salvado gratuitamente por pura bondad de su amor. Y desde ahí, lo mismo que ese siervo de la parábola, lo único que nos queda es responder a esa gratuidad con nuestros gestos de bien. Es decir, haciendo lo que tenemos que hacer que es responder a su amor, amando, agradecidos, desbordados por su salvación gratuita. No puede ser de otra manera, responder al amor gratuito como amor gratuito. No hay nada que ganar porque ya está ganado. Nuestra respuesta no es conseguir un don que ya está concedido sino agradecerlo. El punto de partida está en él y la meta en él, en medio sólo nos queda vivir y actuar como hijos y como salvados
Y ése es nuestro reto y nuestra tarea. Si tenemos que utilizar algún lenguaje tendríamos que decir que ante Dios no tenemos derechos, porque él se ha adelantado desde el amor. Sólo tenemos el “deber” de responder amando. Dios es así de desbordante y gratuito, y así tenemos que aprender a ser nosotros. Nos gusta llevar la voz cantante, pero tenemos que ser humildes en la verdad para reconocer que la primera voz y el primer gesto, como lo será el último, es suyo. A no ser que no tengamos ningún interés en hacer lo que tenemos que hacer. Ahí entra el ámbito de nuestra libertad, consecuencia también de su amor. Nuestra fe será siempre nuestra primera respuesta primera a su amor.
ORACIÓN: “Tu amor regalado”
Señor, gracias por haberte adelantado. Si no hubiese sido así tendríamos motivos para pensar que todo es una invención nuestra hecha a nuestro estilo. Pero no es así. Tú has tenido la iniciativa de algo que se nos escapa, que sólo nos puede venir de ti. Lo nuestro es intentar merecer, lo tuyo es regalar, y eso es lo que nos cuesta hacer y entender. Todo vale, vivimos en un clima en el que todo se compra y se vende, y queremos comprarte también a ti. Pero el amor no tiene precio, no se puede comprar, sólo se regala. Y ahí nos invitas a entrar, y ahí nos cuesta entenderlo porque hemos rebajado la fuerza del amor, y como nosotros lo apagamos con facilidad, pensamos que tú eres igual, y hay que reconquistarte. En medio de nuestra limitación seguirá resonando siempre tu amor regalado, interpelación y llamada al mío. Gracias, Señor.
CONTEMPLACIÓN: “Derramado”
Te has volcado en mí;
te has derramado
y has querido inundar
mi ser de tu amor.
No te has reservado
ni un ápice de ti
conociendo mi respuesta
huidiza y limitada.
Y quiero aferrarme a tu gracia,
a la fuerza que emana de ti,
hasta que tu amor me venza,
me abarque y me envuelva.
Deja una respuesta