Semana 2 Martes

TIEMPO ORDINARIO

 

Martes 2º

 

 

 

LECTURA:              Marcos 2, 23-28”

 

 

Un sábado atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas.

Los fariseos le dijeron: Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido? Él les respondió: ¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros.

Y añadió: El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del Hombre es señor también del sábado.

 

 

 

MEDITACIÓN:                “Hijo del Hombre”

 

 

            A partir de ahora van a ser muchísimas las veces que lo oiremos repetir porque es el título que Jesús asume para sí. Y lo tenemos que agradecer de un modo especial, porque este título no va a reflejar solamente una realidad que le afecta sólo a él, sino que nos va a abarcar también a nosotros. Es cierto que en ella Jesús asume la identidad con aquella figura de hombre que el profeta Daniel, presenta llegando en una nube y al que se le da el poder junto a Dios. Pero con ella también se está situando al lado del hombre, en él nos está adelantando el destino al que estamos llamados, y desde ahí también a nuestra dignidad.

 

            El empeño de Jesús va a ser no sólo el de manifestarnos la cercanía de Dios que acampa en medio de nosotros. No se trata de una cercanía de mera compañía. Es una presencia que nos habla y nos quiere poner de manifiesto el peso y el paso de nuestro ser hechura divina y de nuestro realizarnos en ello.. De ahí arranca todo su empeño por salvar, por dignificar, por ponernos por encima de todo, hasta de esas normas que podamos sentir como más sagradas, pero que no pasarán de ser normas. Y ello no para relativizar o rebajar los comportamientos sino para elevarlos, para descubrirnos el potencial de humanidad que llevamos inserto en nuestro ser.

 

            Porque el Hijo del Hombre es señor del sábado, todos los hombres somos señores del sábado, todo debe ser construido y realizado para potenciar el bien no para hacer el mal, no para eliminar vida sino para recrearla, no para cerrarnos en una rácano individualismo sino para crear fraternidad, no para hacernos esclavos unos de otros sino para manifestarnos el señorío que portamos y desde él cual hacernos servidores los unos de los otros.

 

            Nos queda mucho camino por recorrer, fuera y dentro de la iglesia, en nuestro propio interior. Nos queda mucha humanidad por levantar. Nos falta mucha apertura de mente y de corazón para hacer hincapié en el bien que somos capaces de realizar y en el que nos jugamos la marcha de nuestra vida y de nuestro mundo. Hablamos mucho de felicidad pero la seguimos apoyando principalmente en las cosas en lugar de potenciar lo mejor de nuestro interior. Tenemos que seguir mirando al “hijo del Hombre” para descubrir en él lo mejor de nosotros, la fuente, el camino y la meta de la auténtica felicidad que nace de dentro y nos recrea hacia fuera.             

 

           

 

ORACIÓN:              “Resonar tu palabra”

 

 

            A pesar de todo sigues empeñado en ponernos de manifiesto nuestra dignidad. Puede ser que en la teoría lo tengamos claro, pero nuestras actitudes van muchas veces por otro lado. Escribimos y hacemos grandes declaraciones que en gran parte se quedan en palabras y papel mojado. Pero sigues empeñado en enseñarnos, en despertarnos, en ilusionarnos, en hacernos descubrir lo que nos va en ello; y, por todo eso no puedo sino de nuevo elevarte mi acción de gracias. Nos sobran leyes, normas civiles y religiosas, las necesitamos por nuestra dureza de corazón, pero con la ley del amor nos debía bastar para generar nuestro potencial humano. Tengo que reconocer lo complicado, lo difícil de entrar en esa corriente. A veces parece imposible dado la diversidad de modos de pensar, de culturas, y de tendencia a lo fácil y superficial que nos seduce porque nos mete en la dimensión más elemental, por no decir animal, de nuestra materialidad. Pero somos más, estamos llamados a más, necesitamos de más. Por eso, Señor, aunque nos cueste escucharte, aunque me cueste, sigue haciendo resonar tu palabra y tu vida en mí.           

 

           

 

CONTEMPLACIÓN:             “Horizontes nuevos”

 

 

A veces me canso, señor,

de querer y no poder,

de poder y no querer.

Siento el peso de mi impotencia

y la debilidad de mi fuerza.

Pero el susurro de tu palabra

me habla de tu presencia

siempre cercana,

despertando anhelos,

forjando sueños,

dibujando deseos

poniendo luz en mi camino,

descubriendo el valor de mis gestos

y abriéndome horizontes nuevos

de mi ser hombre contigo.

 

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