Día 9 de Enero – 3

TIEMPO NAVIDAD

 

Día 9 enero

 

 

 

LECTURA:             Marcos 6, 45‑52”

 

 

Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús en seguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar.

Llegada la noche, la barca estaba en mitad del lago, y Jesús, solo, en tierra. Viendo el trabajo con que remaban, porque tenían viento contrario, a eso de la madrugada, va hacia ellos andando sobre el lago, e hizo ademán de pasar de largo.

Ellos, viéndolo andar sobre el lago, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque al verlo se habían sobresaltado.

Pero él les dirige en seguida la palabra y les dice: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo.» Entró en la barca con ellos, y amainó el viento.

Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque eran torpes para entender.

 

 

 

MEDITACIÓN:              “Torpes para entender”

 

 

            No sé que me parecía pararme aquí cuando la narración nos deja tantas expresiones densas. Pero es que ahora que volvemos a reanudar la andadura de Jesús, su andadura en nuestra vida, ante la realidad de mi experiencia, esta frase me resulta muy real.

 

            Puede parecernos extraño el comentario del evangelista, pero que lo haya querido dejar plasmado me parece interesante. Nos puede parecer que el sentido de la multiplicación de los panes y peces era clarísimo, pues no, parece que no lo fue, y no sé si se alegrarían, imagino que sí, pero lo cierto es que les desconcertó, y ¡no entendieron! lo que Jesús pretendió con ese gesto. Pero me pregunto ¿lo entiendo yo?, ¿lo entendemos nosotros? Nos quedamos con el milagro desbordante, sin más, o ¿nos está implicando nuestra vida? Jesús no hacía nada porque sí, ni hizo un signo de semejante envergadura, con el riesgo que eso conllevaba de que la gente viese la solución a sus problemas materiales, o ¿estaba diciéndonos algo más?

            Me pregunto si los discípulos eran torpes sin más, como nosotros, o es que en el fondo preferían no ver las implicaciones de ese gesto, tanto en la persona de Jesús como en ellos mismos.

 

            Jesús se había encontrado con una multitud de personas hambrientas de sentido, más que de pan, y con una imagen distorsionada de Dios a causa de una cúpula religiosa cerrada en sí misma que había distorsionado su rostro hasta convertirlo en un ser distante que sólo planteaba exigencias, y poco más.

 

            Jesús se nos presenta como “Dios con nosotros”, obsesionado con dignificar al hombre, hechura de sus manos y, sobre todo, de su corazón. No es un Dios que pide es un Dios que da, que se da, que se acerca, que le importamos, que nos ama, que quiere nuestra felicidad, que nos descubre el camino para hacerlo, más aún se nos hace camino. Por eso nos implica, nos quiere hacer mediadores de su don, solidarios de su empeño salvador, para fecundar y multiplicar vida. Y no son palabras, porque en nuestro empeño por no querer entender su proyecto de amor, seguimos incapaces de construir un mundo en armonía.

 

            Pero Dios sigue empeñado, y sigue saliendo a nuestro encuentro, y sigue caminando inmerso en nuestra historia ofreciéndonos salvación. No es él quien está en juego, somos nosotros y nuestra humanidad. Y sólo cuando sepamos acoger a Dios en toda su belleza y grandeza, podremos ser capaces de acogernos entre nosotros y dar forma a una humanidad nueva. Pidámosle que fortalezca nuestra fe, afiance nuestra esperanza y dinamice nuestro amor.

         

 

 

ORACIÓN:               “Ante ti”

 

 

            Señor, sí, creo que te entiendo y, si hay algo que entender, creo que también me entiendes a mí en el camino de mis deseos débilmente realizados. Tengo que reconocer que cuando digo esto siento un tanto que me pueda estar justificando. Mi esfuerzo, mi empeño, mi ilusión se me queda a medio camino, y muchas veces no sé distinguir del todo hasta dónde llega mi lucha y dónde mi inercia. Tengo muy claras las limitaciones que me frenan y no sé si tengo tan claras, o quiero hacer claras, todas las posibilidades insertas también en mí. Todo puede ser una mezcla de mi torpeza y de mi interés encubierto. Sé que ante ti no puedo justificarme. Las justificaciones me pueden servir a mí, pero no a ti que me conoces mejor que yo mismo. Sea como sea, Señor, me vuelvo a poner ante ti, porque solo tú sigues poniendo ante mí un horizonte de esperanza. Porque me permites no enquistarme, y te doy gracias porque mantienes abierta mi inquietud. Sé que no basta, pero vislumbrar el horizonte abierto me ayuda a vivir y a esperar algo más de mí. No me dejes, Señor. No pases de largo, quédate conmigo aunque te deje poco espacio y sigue ayudándome para ampliarlo.    

 

 

 

CONTEMPLACIÓN:              “Te siento”

 

 

Te siento en tu empeño

por acercarte a mí.

Me parece sentir

tu nostalgia de mí

y, en mi distancia,

 entre tantos murmullos,

siento sed de ti.

No entiendo tu amor por mí

y no termino de comprender

mi torpeza para ir a ti.

Pero siento tus pasos,

y la calidez de tu brisa,

el aliento de tu vida

y el susurro de tu paz.

 

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