TIEMPO ORDINARIO
Lunes 29º
LECTURA: “Lucas 12, 13-21”
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: Maestro dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.
Él le contestó: Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros? Y dijo a la gente: Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.
Y les propuso una parábola: Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: ¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha. Y se dijo: Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mi mismo: «Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe y date buena vida». Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será? » Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.
MEDITACIÓN: “No depende de sus bienes”
Creo que lo sabemos, pero no nos damos cuenta de todas sus consecuencias. Nuestra vida, nuestra felicidad, no depende de la materialidad de lo que poseamos, eso salta a la vista.
No cabe duda de que necesitamos cosas para vivir, unos más y otros menos, pero pretender que nuestra vida esté centrada solamente en ellas, puede ser que llene nuestras casas, nuestros bolsillos, la cuenta corriente, y produzca bienestar, pero “sólo” eso no hace feliz, ni aumenta un minuto el tiempo de nuestra vida, ni siquiera en sí mismas nos ayudan a ser mejores. Al contrario, la lectura que se suele hacer está perfectamente reflejada en esas palabras de Jesús puestas en boca de ese hombre estúpido, “come, bebe, date buena vida”. El problema es que cuando no hay más perspectiva en el horizonte de la existencia es casi lo más fácil llegar a ello.
Antes se decía que creer en el más allá nos evadía a los cristianos del compromiso, y puede ser que alguno lo malentendiese así. Lo que es cierto es lo contrario, que cuando no hay perspectiva de futuro, cuando el horizonte está vacío, cuando no hay nada ni nadie ante quien confrontar la propia existencia, todo cabe, todo es posible, todo empieza y acaba aquí y, por lo tanto, no hay que complicarse la vida., lo importante es vivir lo mejor posible, en el sentido más personal e insolidario de la palabra. En el mejor de los casos, de un humanismo sano, habrá y hay quién procure aportar lo mejor de sí y contribuya a poner su grano de arena de bien, pero me temo que si actúa con honestidad, un final vacío le tiene que dejar un tanto vacío.
Jesús nos sigue descubriendo la riqueza de nuestra vida, el horizonte abierto de nuestra dignidad, la esperanza de plenificar lo mejor de nosotros y desde ahí, podemos descubrir nuestra grandeza de ser hombres, la importancia de convertir la vida en un don, el valor eterno de la solidaridad, de la justicia, de la honradez, del amor. Esa es la verdad de darse buena vida, de dar vida buena.
ORACIÓN: “Ilusionando mi camino”
Señor, no puedo menos que darte las gracias. En un mundo que cierra puertas y horizontes, encontrar tus puertas abiertas es como una bocanada de aire, como un rayo de luz en medio de la oscuridad. Tal vez no lo sé expresar y vivir con toda la fuerza y claridad que debiese. Con el paso de la vida uno va descubriendo que nuestros pasos y progresos y cambios son lentos y condicionados. Y no, no es para justificarme, sabes que no puedo hacerlo, pero es así. Y no se trata de conformismo sino precisamente de descubrir la importancia, la necesidad de la lucha, de la tensión gozosa, del esfuerzo ilusionado por crecer, por potencia los propios deseos sobre uno mismo y los otros. Por eso, gracias, Señor, y sigue empujando, alentando, ilusionando mi camino, empujando mi lucha de cada día.
CONTEMPLACIÓN: “Abierta esperanza”
No, no solo hay sombras
en la vida y en mi vida.
Hay luz, mucha luz,
y muchos deseos buenos,
y muchos gestos de vida
que empujan los caminos,
los míos y los de todos.
Y en ti descubro, percibo y siento,
ese aliento vital
que me hace mirar hacia arriba,
que me descubre dentro,
y que enciende cada día
una abierta esperanza en mí,
porque brota perenne de ti.
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